Educación

Héctor Ruiz Martín: “Decimos que para aprender hay que hacer, pero no es verdad. Para aprender hay que pensar”

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El neurobiòleg Héctor Ruiz Martín

BarcelonaEl neurobiólogo y director de la International Science Teaching Foundation, Héctor Ruiz Martín, ha escrito varios libros para acercar las evidencias sobre el aprendizaje y las prácticas educativas.

¿Qué es aprender?

— Aprender es un cambio en el comportamiento del individuo gracias a la experiencia. Y también es un cambio de la memoria a largo plazo. Cotidianamente, se entiende la memoria como un almacén de datos, pero la memoria es la capacidad de aprender cualquier cosa, de recuperar un conocimiento. Por eso decimos que aprender es provocar cambios a largo plazo. 

¿Qué diferencia hay entre aprender y memorizar?

— A menudo, cuando hablamos de memorizar nos referimos a un aprendizaje sin comprensión, literal, en que no hemos hecho ningún esfuerzo para entender. Hay cosas que no tienen significado por sí solas: no se tiene que comprender que la capital de Francia es París. Pero hay otras cosas que requerirían comprensión y a veces los alumnos las aprenden de memoria. Se memorizan la definición de un concepto, pero no lo entienden. Como docentes, tenemos que pedir que usen el concepto para interpretar un problema. 

¿Hay que cambiar la forma de evaluar?

— Una de las maneras más eficaces de cambiar la manera de aprender es cambiar la forma de evaluar. Si el alumno ve que tiene éxito memorizando y recitando definiciones lo seguirá haciendo, pero si se encuentra con una prueba en que tiene que demostrar que ha entendido lo que ha aprendido, estará obligado a aprender de otro modo. 

¿Todo el mundo puede aprender por igual? 

— Dejando de lado trastornos extremos, todo el mundo tiene la capacidad de aprender cualquier cosa. El cerebro es extraordinario, pero lógicamente hay personas con más facilidad para aprender y otras con menos. Aprender requiere esfuerzo y confianza. De hecho, uno de los limitadores del aprendizaje son las creencias autolimitantes, que es cuando creemos que no podemos aprender. Detrás está el concepto de autoeficacia, que es si nos vemos capaces de lograr un aprendizaje o no. Es uno de los factores más importantes para aprender, incluso más que el interés. 

¿Qué parte del aprendizaje es mérito del alumno y cuál es responsabilidad del docente?

— El aprendizaje ocurre en el cerebro del alumno, y el docente no puede generarlo, pero sí que puede promoverlo haciendo que los alumnos estén motivados. La motivación no nos hace aprender porque sí, pero nos hace dedicar más tiempo y esfuerzo a aprender. De hecho, creemos que la motivación es importante para lograr objetivos, pero es que lograr objetivos de aprendizaje es todavía más importante para la motivación.

¿Qué quiere decir, esto?

— Antes decía que nuestra creencia sobre si seremos capaces de aprender determina nuestra motivación. Pues esta creencia depende de las experiencias previas de éxito o fracaso. Si siempre hemos tenido dificultades con las matemáticas, es probable que tengamos una autoeficacia baja y pensemos que no las podremos entender. Para promover la motivación hay que valorar los esfuerzos de los alumnos para aprender.

¿Cómo se hace?

— Hay que trabajar en el error, porque equivocarse no quiere decir que no podamos aprender una cosa, sino que todavía no la sabemos. Y también con hechos: cuando el alumno decide hacer el esfuerzo de aprender tiene que ver una recompensa. Aquí interviene una cosa importantísima: qué esfuerzos tenemos que hacer para aprender mejor.

¿Cuáles son?

— Para estudiar, muchos alumnos leen y releen el temario y, como todo les suena creen que ya han aprendido, pero hay una acción mucho más eficaz para consolidar el aprendizaje, y es hacerlo a la inversa, es decir, evocando lo que has aprendido y leído. El cerebro agradece más tener que recuperar de la memoria lo que ya había aprendido que no volver a codificar una información.

Por lo tanto, ¿en lugar de releernos el temario hay que explicárselo a alguien? 

— A alguien o a ti mismo. También se recomienda estudiar de manera espaciada, sin dejarlo todo para el último día.

De acuerdo con estas evidencias, ¿qué se tiene que hacer en el aula?

— Hay ingredientes básicos: pensar en lo que estamos aprendiendo, darle significado, generar ejemplos cercanos. Como docentes, tenemos que asegurarnos que los alumnos están pensando en lo que están aprendiendo. Cuando decimos que para aprender hay que hacer, no es verdad. Para aprender hay que pensar, pero como docente necesito saber si están pensando o no, y la forma de saberlo es que los alumnos hagan cosas que demuestren y visibilicen su pensamiento. Esto es lo que quiere decir aprendizaje activo: pensar en lo que haces, evocar lo que has aprendido. 

¿Las emociones ayudan a aprender?

— Hay un malentendido. Para que las emociones tengan efecto sobre la memoria tienen que ser intensas, pero si hemos dicho que para aprender hay que pensar y reflexionar, las emociones no nos ayudan a hacerlo. Esto no significa que las emociones no sean importantes: necesitamos un buen ambiente en el aula, que haya confianza, que no haya miedo a equivocarse. El concepto clave es la motivación, que es la inclinación a hacer aquello que nos permitirá aprender. 

Cuando en los medios se habla de enseñanza memorística se está hablando de una enseñanza tradicional, caduco. ¿Qué piensa del debate?

— Es una falsa dicotomía. En educación nos gusta convertir un argumento contrario en caricatura. La memoria es la capacidad de aprender cualquier cosa, y esto no quiere decir solo memorizar. Sin memoria no seríamos quien somos, ¡no podríamos pensar! El dilema real es si estamos logrando aprendizajes con comprensión. Todo el mundo está de acuerdo que los aprendizajes tienen que ser duraderos, transferibles, funcionales y productivos. La pregunta es si estamos garantizando que el sistema actual se aproxima a este ideal. Cuando un alumno se dedica a memorizar y recitar definiciones no lo estamos consiguiendo. El debate sobre conocimientos sí o conocimientos no es absurdo, porque no se puede hacer nada sin conocimientos. El debate tiene que ser: conocimientos sí, ¿pero cómo? La discusión tiene que ser sobre cómo conseguir que los aprendizajes sean profundos y significativos.

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