Infraestructuras

Expertos y mesas de diálogo: ¿cómo se amplía un aeropuerto en Europa?

‘Hubs’ como Ámsterdam o Londres han optado por comisiones independientes

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Recreación del futuro aeropuerto de Schiphol, Ámsterdam.

Barcelona“Con argumentos técnicos y escuchando a todo el mundo”, responde de manera contundente una fuente del sector aeronáutico a la pregunta que se hace ahora mismo El Prat: "¿Cómo se amplía un aeropuerto?" Alrededor de Europa hay algunos ejemplos sobre cómo una decisión compleja y de gran impacto como la expansión que plantea Aena se ha dejado en manos de comisiones que también incluyen expertos y entidades con diferentes sensibilidades.

En el aeropuerto de Ámsterdam esta plataforma de diálogo tomó el nombre de un ex político del partido laboralista. La mesa Alders es el órgano presidido por Hans Alders que se creó en 2008 para decidir cómo tenía que ser el futuro del aeropuerto de Schiphol, una instalación que representa entre el 2% y 5% de su PIB.

“Es una tarea que no podemos cumplir solos. El equilibrio entre la protección de las áreas de los alrededores contra los efectos negativos de la expansión y la potencial expansión se puede mejorar”, admitía el ministerio de Infraestructuras en su explicación de este sistema de gobernanza. La mesa estaba formada por el mismo ejecutivo, los ayuntamientos y gobiernos provinciales afectados, el gestor aeroportuario, la entidad responsable del control aéreo y representantes de las aerolíneas. Aun así, también había dos asientos para las entidades que se oponen a los ruidos.

De sus negociaciones salieron acuerdos como el de mantener hasta el 2020 el tope de 500.000 vuelos anuales para el crecimiento de Schiphol, uno de los principales hubs aeroportuarios de Europa. De hecho, esta medida se ha revalidado en las siguientes hojas de ruta de la infraestructura, y todavía está vigente. “Han decidido continuar con este límite sin que nadie les ponga una pistola en el pecho. Simplemente se lo han autoimpuesto”, explica Pere Suau-Sanchez, profesor de la UOC y la Cranfield University especializado en el sector aéreo.

En el Reino Unido, en cambio, fue una comisión independiente la que en 2012 analizó cómo se tenía que gestionar el futuro de los aeropuertos del país y sobre todo el crecimiento de hubs como Heathrow. El objetivo era conseguir un debate más técnico y evitar polémicas partidistas en decisiones complejas como la construcción de una tercera pista en este mismo aeropuerto londinense. En la comisión, presidida por el economista Howard Davies, también había ex directivos del sector aéreo, ferroviario y energético, así como personalidades del mundo académico.

Por el camino, la comisión aceptó los informes y las aportaciones de grupos de presión, universidades y entidades que pidieron ser escuchados. El proceso acabó con la entrega de un estudio final en 2015 que avalaba la ampliación de Heathrow combinada con “un paquete significativo de medidas” para afrontar su impacto medioambiental y sobre los vecinos. La Cámara de los comunes votó a favor de la propuesta y, aunque un tribunal la paralizó por las consecuencias ecológicas, a finales del 2020 el Supremo acabó dando luz verde a la tercera pista.

Escuchar al territorio

No es la primera vez que el conflicto persigue una ampliación de El Prat y, de hecho, la última obligó a Aena (que todavía era una empresa pública) a escuchar las propuestas de los vecinos una vez la tercera pista ya estaba en funcionamiento. Como recuerda un artículo académico de Suau-Sánchez, entonces la decisión se tomó a través de un grupo de trabajo formado por dos representantes del gobierno español, dos de la Generalitat, uno del Ayuntamiento de Barcelona y uno de El Prat de Llobregat. Con las obras en marcha se creó una comisión para monitorizar su impacto, pero cuando los aviones se empezaron a elevar la tensión por el ruido en los barrios de Gavà Mar y Castelldefels se disolvió. Finalmente, Aena se vio forzada a parar la operativa y acordar la configuración de pistas segregadas actual para resolver el conflicto.

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