Acuerdo en la Unión Europea para reducir un 55% las emisiones en 2030

Polonia se suma finalmente al acuerdo para aumentar del 40% al 55% el recorte de gases en los 10 próximos años

Sònia Sánchez / Júlia Manresa
4 min
El president del Consell Europeu, Charles Michel, amb els líders d'Alemanya, França, Hongria i Polònia.

Barcelona / BruselasHa costado un año entero y muchas horas de negociación, pero finalmente este viernes por la mañana todos los estados miembros de la Unión Europea han dado su sí: el continente reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero un 55% en 2030 (respecto a los niveles de 1990). Han hecho falta todavía varias horas de insomnio, en un debate que se ha alargado durante la madrugada, para poder sumar al pacte a países como Polonia, altamente dependientes todavía de los combustibles fósiles.

Pero justamente un día antes del quinto aniversario de los Acuerdos de París, que el 12 de diciembre de 2015 conjuraron a todos los gobiernos del mundo para mantener el calentamiento global por debajo de los 2 ºC (o del 1,5 ºC como objetivo deseable), la Unión Europea ha acordado elevar su recorte de emisiones del 40%, el objetivo que estaba todavía vigente, hasta el 55%. El Parlamento Europeo pedía que fuera un 60% y las ONG todavía iban más allá reclamando un 65%, para mostrar al mundo el liderazgo europeo en la lucha climática, pero la reducción pactada, de más de la mitad de las emisiones en diez años, es coherente con lo que piden los científicos.

Este nuevo objetivo del 55% se incluirá finalmente en la ley climática europea, que se presentó en abril sin este punto por falta de acuerdo del este, y se presentará también como objetivo renovado ante la ONU en la primera cumbre climática, la COP26, que se celebrará el próximo año en Glasgow (Reino Unido) después de haberla tenido que aplazar un año debido al covid-19.

Para conseguirlo, sin embargo, Polonia ha mantenido a los jefes de estado y de gobierno despiertos toda la noche. Desde el anochecer del jueves hasta este viernes a las 8 de la mañana, los jefes de estado y de gobierno reunidos en Bruselas no habían conseguido convencer al gobierno polaco (el país es altamente dependiente del carbón) para que firme el compromiso de reducir las emisiones de CO2 un 55% en 2030. Polonia ya había sido un obstáculo en la cumbre del año anterior, cuando se descolgó de las conclusiones finales, en las que Europa se comprometía a llegar a la neutralidad climática en 2050.

Las claves del acuerdo

Esta vez, lo que pedía Polonia eran garantías de que recibirá suficientes fondos europeos como para llevar a cabo la transición energética que requiere haber firmado este compromiso. Hay que recordar que Polonia también era uno de los países (junto con Hungría) que vetaba los presupuestos europeos y los fondos de recuperación contra el coronavirus, que también se tienen que destinar en gran parte a la transición verde. Así, Mateusz Morawiecki se ha convertido en uno de los protagonistas de esta última cumbre del 2020, complicando hasta el final dos negociaciones clave: la del presupuesto comunitario y la de los objetivos de clima.

Según fuentes europeas, una de las cuestiones más sensibles, más allá de las garantías que pedía Polonia, ha sido el establecimiento de objetivos nacionales por sectores económicos. De hecho, el objetivo de reducir un 55% las emisiones hasta el 2030 es global para el conjunto de la Unión, cosa que quiere decir que si Polonia no llega a la cifra necesaria se puede compensar a través de otro país que haya conseguido recortar más sus emisiones. En este sentido se ha pactado de manera implícita que los líderes tengan que abordar la cuestión de nuevo en futuras reuniones para dar "recomendaciones adicionales" a los gobiernos.

Es por eso que para los polacos se mantiene el Fondo de Transición Justa, que los tiene que ayudar económicamente a hacer la transición energética para acabar con la dependencia del carbón, y a la vez se insiste mucho en la necesidad de hacer todos estos cambios mientras se "preserva la competitividad de la UE y se tienen en cuenta los diferentes puntos de partida y las circunstancias específicas nacionales y el potencial de reducción de los diferentes estados miembros".

Las controversias

Durante la negociación de la madrugada, los representantes franceses se han unido a los de Europa del Este para conseguir incluir en el texto una cláusula que acepta "tecnologías de transición" como el gas entre las que podrán recibir subvenciones, un punto que ha indignado a ONGs climáticas como Greenpeace. El texto pactado defiende "el derecho de los estados miembros a decidir su mix energético y escoger las tecnologías más apropiadas para conseguir colectivamente el objetivo climático en 2030, incluidas tecnologías de transición como el gas".

Para el asesor climático de Greenpeace UE, Sebastian Mang, el acuerdo logrado este viernes "demuestra que la conveniencia política tiene prioridad sobre la ciencia climática, y que la mayoría de políticos todavía tienen miedo de atacar a los grandes contaminantes. Sin más acciones, los objetivos climáticos de la UE permitirán sobrevivir a las compañías de gas y petróleo, no transformarán la manera en que producimos comida de manera lo suficientemente acelerada como para parar la emergencia climática". De hecho, Greenpeace critica la falta de ambición porque sin aprobar nuevas medidas las emisiones ya se reducirían un 46% de aquí al 2030 y, en cambio, creen que para parar la "catástrofe" climática es necesario recortarlas un 65%. Hay que recordar que la Eurocámara pedía un 60%.

El nuevo objetivo del 2030, de hecho, es el inicio del camino de la Unión Europea para convertirse en el primer continente climáticamente neutro en 2050 (que emite tanto como absorben sus imbornales), en cumplimiento de los Acuerdos de París. El acuerdo puede hacer que Europa recupere el liderazgo perdido en la lucha climática global y se suma a la buena noticia del cambio de administración en los Estados Unidos, que con Joe Biden volverá a ratificar los Acuerdos de París, de los que Donald Trump se había desdicho. Con todo, el nuevo gobierno de Biden tendrá que trabajar de lo lindo para revertir las políticas negacionistas de Trump, que han hecho perder un tiempo precioso al segundo grande emisor de gases de efecto invernadero del mundo.

Con todo, el principal emisor del mundo, China, solo se ha comprometido hasta ahora a llegar a su pico de emisiones (para empezar a reducirlas) antes de 2030, a pesar de que se espera que presente compromisos más ambiciosos que este en el próximo COP26. Sin el esfuerzo de todos los actores internacionales, el recorte de la UE no servirá de mucho para mantener el termómetro planetario a raya.

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