Una cadena de errores a todos los niveles facilitó el asalto al Capitolio

El jefe de policía del Congreso dice que quería pedir refuerzos pero se lo impidieron

Albert Castellví Roca
3 min
Ambient a la façana del Capitoli

SabadellLa respuesta que la policía del Capitolio ofreció el pasado miércoles durante el asalto de centenares de simpatizantes del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, contra el Congreso del país ha sido extensamente criticada. El colectivo Black Lives Matter ha denunciado la diferencia entre el trato que los agentes dispensaron a los manifestantes trumpistas y la dureza con que la policía había reaccionado ante protestas para defender los derechos de la población afroamericana, una denuncia que el mismo presidente electo, Joe Biden, ha secundado. Pero, ¿que falló para que el Capitolio se convirtiera en el escenario de una protesta violenta que obligó a los congresistas a huir y que acabó provocando la muerte de dos policías y cuatro manifestantes?

A pesar de que los hechos todavía se están investigando, en un proceso que se espera que dure meses, el New York Times ha hecho una reconstrucción que señala una “lista vertiginosa” de errores cometidos el mismo día del asalto y durante las semanas previas y que demuestra que “las agencias gubernamentales no tienen ningún plan coordinado para defenderse de un ataque contra el Capitolio”.

Durante los días anteriores a la protesta, las redes sociales se llenaron de amenazas y de comentarios sobre las armas que los manifestantes tenían intención de llevar. “El Capitolio es nuestro objetivo. Todo el resto son distracciones. Tener todos los miembros del Congreso cerrados en una sala y rodeados de americanos de verdad es una oportunidad que no se volverá a presentar nunca”, decía una de las publicaciones recogidas por el diario. Según el New York Times, los cuerpos de seguridad reaccionaron a estas amenazas situando agentes en el centro de Washington, interrogando a neonazis que tenían intención de ir a la protesta para hacerles cambiar de parecer, avisando que detendrían a los que fueran armados a la manifestación (puesto que esto habría violado la ley de Washington) y arrestando a Enrique Tarrio, líder del grupo de ultraderecha Proud Boys.

Aun así, responsables de inteligencia de todo el territorio norteamericano aseguran que no recibieron ningún aviso del gobierno federal sobre posibles amenazas al Capitolio. Además, el departamento de Seguridad Nacional no invitó a sus reuniones a las fuerzas de seguridad de Washington hasta el día anterior a la manifestación.

Sin refuerzos

En los días previos al asalto al Congreso tanto la policía del Capitolio como la de Washington habían rechazado el apoyo que les había ofrecido la Guardia Nacional. En declaraciones este lunes al Washington Post, el jefe de policía del Capitolio, Steven Sund, ha denunciado que había solicitado permiso a los responsables de seguridad del Senado y de la Cámara de Representantes para pedir ayuda a la Guardia Nacional, pero que en seis ocasiones su petición había sido “rechazada o atrasada”. El New York Times añade que la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, era reticente a poner en alerta la Guardia Nacional porque no quería que se repitiera una situación como la de junio, cuando por órdenes de Trump la ciudad se llenó de policía durante unos días para contener las protestas pacíficas de Black Lives Matter. En cualquier caso, esto provocó que, cuando los agentes del Capitolio se vieron desbordados por los manifestantes y Sund pidió refuerzos al Pentágono, no hubiera tropas preparadas para activarse. La Guardia Nacional tardó cuatro horas en llegar al Congreso.

Tampoco ayudó la particular naturaleza de Washington. En el resto del territorio norteamericano, la Guardia Nacional está a las órdenes del gobernador del estado correspondiente, pero la capital federal es una entidad independiente que no forma parte de ningún estado. Cuando la alcaldesa llamó al Pentágono para pedir el apoyo de la Guardia Nacional, la respuesta fue que tenía que ser directamente la policía del Capitolio quién hiciera la petición. Bowser llamó también al gobernador de Maryland para pedirle que enviara su Guardia Nacional a la ciudad, pero la operación no se pudo llevar a cabo hasta que no la autorizó el departamento de Defensa.

Durante los últimos días algunos congresistas han explicado que, antes del asalto al Capitolio, los cuerpos de seguridad les habían dicho que tenían la situación controlada. El senador Mark Warner ha explicado que el subdirector del FBI, David L. Bowdich, le había asegurado que tenían “los recursos necesarios” para gestionar la amenaza, y Zoe Lofgren, miembro de la Cámara de Representantes, ha revelado que Steven Sund le había dicho que la policía del Capitolio lo tenía todo “bajo control” y que habían previsto “cualquier contingencia”. “Resultó ser completamente falso”, ha lamentado Lofgren. El día siguiente al asalto, Sund presentó su dimisión, que se hará efectiva este sábado.

stats