Próximo Oriente

Ofensiva militar sobre Gaza mientras estalla la violencia sectaria en Israel

Palizas entre palestinos y judíos en varias ciudades mientras los ataques aéreos han dejado ya 103 muertos en la Franja y siete en Israel

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Una explosión ilumina el cielo después de un ataque aéreo israelí a Beit Lahia, al norte de la Franja de Gaza

SabadellEl ejército israelí inició la noche del jueves al viernes una intervención militar en la franja de Gaza, después de cuatro días de bombardeos. Las fuerzas armadas habían anunciado durante el día que tenían unidades terrestres listas y “en diferentes etapas de preparación” para iniciar una operación por tierra en la Franja, y finalmente la acción se confirmó minutos después de las 23 h, hora catalana (pasada la medianoche en Israel). “Hay tropas atacando Gaza, junto con las fuerzas aéreas”, dijo el portavoz del ejército, Jonathan Conricus. No obstante, en un contacto con la prensa poco después, el ejército israelí ha puntualizado que el ataque no incluye de momento tropas de tierra, sino que son ataques aéreos y artillería disparada desde el exterior de la Franja.

De momento se desconoce si la intención del ejército era llevar a cabo una incursión quirúrgica en la Franja para atacar objetivos concretos de Hamás o bien si se trataba de una invasión a gran escala, similar a la que se llevó a cabo durante la ofensiva de Gaza del 2014, que dejó más de 2.200 muertos en este territorio. La intervención estuvo precedida por un incremento en la intensidad de los bombardeos que afectan a la Franja desde el lunes, y que ayer por la noche habían dejado ya 103 muertos (entre los cuales 27 menores de edad) y 580 heridos, según el ministerio de Salud de Gaza. La entrada del ejército en la Franja supone elevar el nivel de tensión, en contra de todos los llamamientos de la comunidad internacional que reclamaban gestos para desescalar el conflicto. A la vez, sin embargo, las principales potencias mundiales han defendido en todo momento el derecho de Israel a defenderse de los ataques con cohetes de Hamás desde Gaza (que hasta ahora han dejado siete muertos, entre los cuales un niño de cinco años y una adolescente), y ayer el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, avaló los bombardeos sobre la Franja asegurando que, desde su punto de vista, no había habido “ninguna reacción excesiva” en la respuesta israelí.

Antes del inicio de la operación terrestre otro portavoz de las fuerzas armadas, Hidai Zilberman, aseguró que los ataques aéreos sobre la Franja habían abatido a entre 80 y 90 miembros de Hamás y de la Jihad Islámica Palestina. El primer ministro israelí en funciones, Benjamin Netanyahu, dijo que las fuerzas armadas habían atacado cerca de un millar de objetivos, vinculados según él a los grupos islamistas. Mientras tanto, según fuentes israelíes, desde el lunes se han lanzado unos 1.600 cohetes desde Gaza. Ayer al atardecer, el ejército de Israel informó de que se habían lanzado tres cohetes desde el sur del Líbano en dirección a Israel, pero que cayeron al mar sin provocar daños. De momento no se sabe quién los lanzó, pero Al-Jazira informaba de que se habrían disparado desde las proximidades del campo de refugiados palestinos de Rashidieh.

“Guerra civil sin sentido”

La entrada del ejército en Gaza llegó en un momento muy delicado en Israel, que en los últimos dos días ha visto cómo las comunidades judía y palestina protagonizan fuertes enfrentamientos en las ciudades donde unas y otras conviven. En un gesto sin precedentes en las últimas décadas, los palestinos de nacionalidad israelí, que representan a un 20% de la población del país, se han movilizado masivamente contra los ataques en Gaza. Las protestas han acabado con centenares de detenciones y han desembocado en algunos episodios graves de violencia. El presidente del país, Reuven Rivlin, hizo ayer un llamamiento a parar “esta locura”, y añadió: “Estamos en peligro por los cohetes que se están lanzando contra nuestros ciudadanos y mientras tanto nos estamos entreteniendo con una guerra civil sin sentido entre nosotros”.

Esta madrugada, como mínimo un judío y un palestino quedaron en estado crítico después de haber sufrido palizas. En Bat Yam, a las afueras de Tel Aviv, un grupo de ultras judíos sacaron del coche a un conductor que habían identificado como palestino y le pegaron hasta dejarlo inconsciente. En Acre, en el norte del país, un maestro judío de 37 años fue agredido con palos y piedras, según la policía, por un grupo de palestinos que lo habían obligado a salir del coche. Los dos hechos han sido condenados unánimemente por los líderes políticos israelíes. “Nada justifica las palizas a árabes por parte de judíos y nada justifica las palizas a judíos por parte de árabes”, dijo Netanyahu.

Pero hay más ejemplos: manifestaciones de ultras judíos con gritos de “muerte a los árabes”, un palestino y un judío apuñalados, un agente de policía herido a disparos por un palestino, dos periodistas agredidos por dos ultranacionalistas judíos, coches y tiendas quemados... La situación es especialmente tensa en Lod, donde el martes quemó una sinagoga, el miércoles se atacó una mezquita y ayer varios vídeos mostraban a un grupo de personas huyendo mientras se oían disparos. Además, ayer quedaron en libertad con cargos tres judíos acusados de haber matado a disparos a un palestino durante las protestas del lunes en la ciudad. Desde el martes, Lod está bajo estado de emergencia y toque de queda. Y la tensión no parece ir a la baja.

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