Días de puertas hacia dentro en Europa

Los altos índices de contagio y el miedo a una tercera oleada marcan las restricciones Navideñas

Soraya Melguizo / Quim Aranda / Gemma Terés
4 min
Una botiga de decoració de Nadal en un carrer buit del centre de Munic.

Las únicas colas en Italia serán las de los comedores sociales

Hace exactamente una semana casi todas las regiones italianas fueron declaradas “zona amarilla” y se flexibilizaron las restricciones: el comercio y la hostelería abrieron las puertas con limitaciones horarias y se permitieron los viajes y desplazamientos sin justificación. En la Lombardia, una de las regiones más afectadas por el coronavirus durante las dos oleadas en Italia, los milaneses aprovecharon el primer día de libertad, después de más de un mes de confinamiento, para invadir las calles del centro de la ciudad. Las colas en las puertas de las tiendas y las reuniones en bares y restaurantes hicieron saltar las alarmas también en Turín, Nápoles y Roma.

A pesar de los sacrificios que ha tenido que hacer la población durante meses, la curva de contagios no ha bajado como los expertos esperaban y la cifra de muertes continúa disparada, e incluso supera las víctimas de la primera oleada. Unos datos que han obligado al gobierno a dar marcha atrás y ampliar las restricciones. Italia se confinará los días festivos, la vigilia y el día siguiente, a pesar de que se podrá visitar familiares el 24 y 25 de diciembre. Los establecimientos no esenciales estarán cerrados y las regiones mantendrán el cierre perimetral. El resto de días los comercios podrán subir la persiana, pero no los bares y restaurantes. El toque de queda se mantendrá a las diez de la noche.

Lejos queda el debate entorno a la apertura de las pistas de esquí, que ocupaba la portada de los periódicos italianos hace solo unas semanas. Esta Navidad las únicas colas que se verán en Italia serán las de los comedores sociales. Cuatro millones de italianos no tendrán nada para comer estos días, según un estudio. En Pane Quotidiano, histórica asociación benéfica de Milán, casi 5.000 personas esperaron esta semana durante horas para recibir una bolsa con alimentos básicos. “Y esto es solo el principio”, advierte su vicepresidente, Luigi Rossi. “Cuando se acaben las ayudas y los expedientes temporales de regulación de ocupación, la cola será todavía más larga”.

El árbol de Navidad de Trafalgar Square, más solitario que nunca

Desde el 1947, a principios de diciembre, Trafalgar Square ve como un árbol de Nadal hace la competencia a la columna del almirante Nelson. El abeto se corta en el bosque de Nordmarka, cerca de Oslo, y lo envía el gobierno de Noruega como muestra de agradecimiento porque durante la Segunda Guerra Mundial lo Reino Unido dió refugio al rey Haakon VII cuando el país fue invadido por los nazis. Este año, a pesar del covid, los noruegos han mantenido la tradición. Hasta aquí el parecidos con otras Navidades.

En más de una ocasión, y con la excusa de los hijos, este cronista ha asistido a la encendida de las luces del árbol, ceremonia multitudinaria que abría las fiestas menos comerciales y más entrañables. Después, si habíamos conseguido entradas, íbamos a escuchar Christmas Carols en los conciertos que programan en Saint Martin in the Fields, una de las iglesias más bonitas de la ciudad, y quizás de todo el país, que sirvió como modelo cuando los pioneros fueron llegando a las costas del Nuevo Mundo y empezaron a establecerse en las tierras de Maine, Massachusetts o Nova Anglaterra.

Escuchar Jerusalem, O come, all ye faithful [Adeste fideles]interpretadas por un coro excelso, músicos extraordinarios y toda la iglesia al mismo tiempo -cantando por el placer de hacerlo, sin importar si se comparte o no ningún sentimiento religioso- debe de producir la misma emoción que escuchar villancicos en cualquier iglesia de Catalunya o de todas partes donde haya esta bonita tradición. Pequeños gestos como estos son algunos de los que echaremos de menos este diciembre, igual que añoraremos no poder pasear por el centro de Barcelona cuando falte un día para la noche de Navidad. El calendario de adviento con que cada año Fortnum & Mason decora su fachada de Picadilly y el abeto de Trafalgar Square pretenden recordarnos, quizás de forma voluntariosa en un año kafkiano y tan trágico para tanta gente, que la pesadilla tendrá final. Porque el 2021 está a la vuelta de la esquina.

Todavía recuerdo el grupo amateur que el año pasado cantaba villancicos junto a F&M y que recogía dinero para obras de caridad. Con Júlia nos paramos media hora a escucharles. El próximo año volveremos todavía con más ilusión.

En Alemania, el vino caliente se sirve solo para llevar

A muchos alemanes no les gusta improvisar, pero no han tenido más remedio que hacerlo. Hasta el tercer domingo de adviento, tal y como se cuentan aquí los domingos antes de Navidad, no han podido empezar a organizar las fiestas. Con la tercera vela encendida, más por tradición que por religión -que aquí está dividida a partes iguales entre protestantes y católicos-, vieron la luz. Eso sí, la luz de unas fiestas muy discretas: el gobierno de Angela Merkel ha optado por un confinamiento para evitar que las celebraciones de estos días acaben desencadenando un tsunami de contagios.

Los encuentros serán limitados: se podrán reunir un máximo de cinco personas de dos hogares, sin contar a los menores de 14 años, y exceptuando los días de Navidad (24-26), cuando pueden ser cinco personas de más de dos hogares. No habrá petardos por Nochevieja, ni se podrá consumir alcohol al aire libre, una alternativa a los bares que desde principios de noviembre, y a pesar del frío, se había extendido, sobre todo en barrios alternativos. Ambiente navideño, aunque sea un poco, hay: lucecitas resiguiendo los perfiles de las casas, hombrecillos de madera que fuman, o candelabros, también de madera, en los alféizares de las ventanas. Y en la capital, Berlín, árbol de Navidad y candelabro de la Hanukah judía compartiendo protagonismo ante la Puerta de Brandeburgo. Pero no hay multitudes de gente recorriendo calles comerciales. Tampoco se da el calor de los mercados de Navidad que este año se han prohibido y que solo se celebran de forma virtual, en formato drive-in (para acceder en coche) o en puestos esparcidos por las ciudades. No es lo mismo. Como tampoco es lo mismo tomarse un vino caliente ante un bar que sirve solo para llevar.

En algunas regiones hay toque de queda o solo se puede salir con un motivo de peso, bajo amenaza de una multa de entre 50 y 500 euros. Y si bien se ha prohibido la venta de petardos, ya se sabe que muchos han viajado hasta Polonia y que seguramente sonarán algunos los días más señalados.

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