Trump pide a su "ejército" que vigile las urnas

Crece entre republicanos y demócratas la justificación de la violencia política a solo un mes de las elecciones

Carlos Pérez Cruz
3 min
Un seguidor de Trump es fa una selfie prop de l'estadi on tindrà lloc el míting electoral a Tulsa

WashingtonTras un verano de disturbios y con un presidente que alerta a diario de que las elecciones están amañadas, no es de extrañar el temor creciente entre los estadounidenses a un escenario de violencia. Donald Trump, que no se ha comprometido a una transición pacífica del poder en caso de derrota, coqueteó en el último debate con una de las milicias armadas de extrema derecha. No solo no condenó al grupo, vinculado con el supremacismo blanco, sino que le sugirió que permaneciera “a la espera”. Además, instó a sus seguidores, a los que se refiere como su “ejército”, a que vigilen los colegios electorales para impedir el presunto fraude. Hay temor a que esa vigilancia se torne violenta y entorpezca el derecho al voto.

A un mes y un día de las elecciones, el miedo a la confrontación civil es compartido por ambos lados. Los trumpistas anticipan que la reelección de su candidato hará que los demócratas salgan a la calle. “He pasado tres horas y media entrenando mi tiro hoy porque estoy preocupado”, compartió un votante de Trump con The New York Times en uno de sus recientes mítines. Los seguidores de Joe Biden, por su parte, alertan del papel que pueden jugar las milicias armadas, que ya han intervenido en ciudades donde han tenido lugar manifestaciones contra el racismo institucional. Todos temen al otro y, según una encuesta publicada por Politico, aparentemente con motivo.

Uno de cada tres ciudadanos identificados como republicanos o demócratas justifica la violencia si esta sirve para avanzar los intereses de su partido. Es la conclusión más alarmante de un análisis firmado por cinco investigadores de diferentes universidades y centros de estudios del país. Los autores alertan de que en los últimos meses ha crecido el número de demócratas y republicanos que defienden que la violencia estaría justificada si los suyos pierden el 3 de noviembre. Un crecimiento llamativo por su rapidez. Si en la actualidad un 36% de republicanos y un 33% de demócratas encontraría argumentos para defender la violencia, hace un par de años era del 8% en ambos grupos. La justificación es más firme cuanto más a la derecha o a la izquierda de los respectivos partidos.

Los firmantes del texto se remiten a la Europa de los años 20 y 30 para subrayar la seriedad de la situación. “Una ola creciente de movilizaciones callejeras y de enfrentamientos violentos entre rivales partidistas […] intimidó y marginó a las fuerzas moderadas”, lo que abrió la puerta a los poderes autoritarios. Los articulistas añaden que “vemos grandes paralelismos entre ese periodo de la historia europea y factores que operan hoy en Estados Unidos”. Eso sí, admiten que “expresar aprobación de la violencia partidista no significa que alguien esté listo para coger una pistola”. Consuelo quizá relativo en un país con más armas que habitantes.

Respuesta inmediata

El ruego de Trump a sus seguidores para que vigilen las elecciones ha encontrado ya oídos más que dispuestos. En Fairfax, en el estado de Virginia, donde el voto anticipado comenzó hace dos semanas, un grupo llegó a dificultar el acceso a un colegio electoral mientras coreaban “cuatro años más”, provocando que varios votantes y trabajadores del colegio electoral se sintieran intimidados.

Se da la circunstancia de que estas serán las primeras elecciones presidenciales desde hace casi cuatro décadas en que el Comité Nacional Republicano podrá organizar sin limitaciones su propio dispositivo de vigilancia electoral. Estuvo limitado por la justicia hasta 2017, año en que un juez dio por extinguido un acuerdo legal al que se llegó en 1982. El año anterior, los republicanos habían contratado a trabajadores armados para que patrullaran barrios de mayoría negra y latina en Nueva Jersey con el objetivo de intimidar a presuntos votantes demócratas en unas elecciones a gobernador. Venció el republicano por 1.797 votos.

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