ACTIVISMO

Las voces que quieren cambiar África

Cuatro representantes de movimientos sociales africanos hablan con el ARA

Marta Rodríguez
5 min
Stéphanie Bationo, Brock Isaak Muhambya, Thiat i Cheik Fall

BarcelonaSon cuatro representantes de movimientos sociales africanos, una pequeña muestra de la vitalidad de la sociedad civil que se ha movido por la geografía del continente en la última década. Denuncian injusticias sociales y exigen cambios a gobernantes que, en muchos casos, aún son subsidiarios del sistema poscolonial. En este reportaje aparece sólo una mujer, pero es sólo producto de agendas personales que no cuadran, porque lo cierto es que las mujeres están jugando un papel vital en el activismo de África, como se ha visto en Sudán o Libia, por citar dos ejemplos recientes. Los suyos son movimientos que luchan a pie de calle, desde abajo y desde África, sin esperar más ayuda del norte que la solidaridad y la complicidad. Reclaman ser escuchados para hablar con voz propia de cómo las sociedades africanas se están empoderando, tomando conciencia de que África es un actor político. Son una generación criada ya con cobertura de internet y con la irrupción de los smartphones, herramientas que han multiplicado la onda expansiva de sus mensajes y reivindicaciones. Tanto es así que muchos gobiernos han caído en la tentación de restringir el acceso a la red y de perseguir ciberactivistas. Los cuatro han hablado recientemente en el foro CCCB Debates de la mano de Carlos Bajo, el periodista que más y mejor ha radiografiado el ciberactivismo africano, en unas jornadas en las que han puesto su grano de arena Lafede y Wiriko, entidad que promociona la cooperación cultural.

Stéphanie Bationo

Balai Citoyen / Burkina Faso

El papel de la diáspora como altavoz

Bationo tiene 26 años y ha mamado política de una familia militante del panafricanismo y la libertad. Tanto es así que su padre tuvo que exiliarse en Francia cuando ella tenía 13 años, pero durante todo este tiempo los Bationo han cultivado "el amor por Burkina Faso", el nombre con el que el legendario Thomas Sankara rebautizó el colonial Alto Volta y que significa "la tierra de la gente incorruptible". Sankara, asesinado en 1987, es el gran referente de Balai Citoyen (escoba ciudadana), la organización que en 2014 fue clave en el derrocamiento del dictador Blaise Compaoré al ser capaz de recoger "la frustración de la gente" y de captar que ese era el momento para "la alternancia política", después de casi tres décadas con el mismo dirigente.

La lucha política fue, por decirlo de alguna manera, el bautizo de Balai Citoyen en aquella revolución que algunos bautizaron como Primavera Negra en recuerdo de las árabes hacía tres años. Sin embargo, el movimiento -afirma esta joven- tiene en el ADN las reivindicaciones sociales de la ciudadanía. Son demandas básicas de limpieza en las calles, de mejora del alcantarillado, de servicios con más calidad.

Bationo es una de las fundadoras de la embajada de la Balai en Francia, desde donde se encarga de movilizar y concienciar a la diáspora burkinesa y de tejer relaciones con entidades locales.

La red es esencial pero el movimiento no renuncia al teatro comprometido, al rap y al reggae de los fundadores Sams'K Le Jah y Smokey.

Brock Isaac Muhambya

Lucha / RD Congo

La lucha pacífica y sin miedo de las nuevas generaciones

A pesar de que se hacen llamar Lucha, el acrónimo del francés de Lucha por el Cambio, la organización que Brock Isaac Muhambya fundó con unos compañeros en 2012 en la ciudad de Goma hace una apuesta clara y diáfana para la lucha pacífica para no contribuir a la espiral de violencia de la República Democrática del Congo. Este joven abogado, máster en derecho internacional en la universidad belga de Lovaina la Nueva, explica que su movimiento surgió por "la defensa de la acción social", en contra de la corrupción y el nepotismo de la política de su país. La generación de Muhambya ya no tiene el miedo de los padres y los abuelos porque -afirma- han cambiado los miedos ancestrales por "la exigencia" y la conciencia "que el poder es el pueblo y el pueblo es el que tiene la posibilidad de transmitir del poder". Con todo, la represión policial se nutre con los opositores y críticos, que pagan con la cárcel o incluso la vida por intentar cambiar la Constitución. Con los años, la organización ha ido sumando a estas demandas sociales de mejoras de servicios la "dimensión política". Pero el activista insiste, como el resto de compañeros de las otras organizaciones africanas, que el paso a la política institucional -al Parlamento o los ayuntamientos- está del todo descartado y, por el contrario, se mantienen como el contrapeso a los abusos de las autoridades. Ahora la gran preocupación de Lucha es la violencia en la ciudad de Beni, donde en noviembre murieron 200 personas en ejecuciones extrajudiciales.

Thiat

Y'en a Marre / Senegal

El arte al servicio de la conciencia ciudadana

Ante la posibilidad (y el riesgo) que el presidente senegalés Abdoulaye Wade ganara un tercer mandato, un grupo de periodistas, artistas e intelectuales dijeron basta y se organizaron alrededor de Y'en a Marre, que significa harto, por sacar de la apatía sobre todo los jóvenes que no seguían ni las instrucciones de partidos políticos ni de líderes religiosos. El rapero Thiat, que era en este grupo fundador y puso la letra y la música de sus canciones para la causa, dice que hay que "implicar a la sociedad y sobre todo la juventud, concienciarlos de su ciudadanía". Y como aquello de "si la montaña no va a Mahoma ..." es universal, Thiat y sus colegas llevaron la campaña a los lugares donde se encuentran los jóvenes y no dudaron en subir a los autobuses y cantar. Cantaban para que los jóvenes se registraran para votar y frenar los deseos de perpetuarse que tenía Wade, que en las elecciones de enero del 2012 no tuvo más remedio que ceder el mando del país a Macky Sall.

"El hip-hop no sirve sólo para entretener y pasar el rato, sino que también educa porque la música es un vehículo muy útil para hacer llegar el mensaje", explica Thiat, referente de lo que se ha bautizado como artivismo. De hecho, Y'en a Marre era "el eslogan de la frustración" y ahora ha conseguido que "los senegaleses se sientan responsables de lo que ocurre en el país", subraya el activista, que piensa que ya basta de ser "fatalista y esperar", porque la responsabilidad es "implicación".

Cheikh Fall

Africtivistes / África

La concienciación panafricana 2.0

Informático de 38 años, Cheikh Fall es el prototipo de africanista 2.0, porque diseña y actúa desde Senegal para todo el continente gracias a las redes con el objetivo de concienciar a las comunidades virtuales. Africtivistes es una plataforma global que reúne alrededor de 200 activistas africanos de 40 países y al mismo tiempo hace de paraguas de organizaciones locales como Lucha, Balai Citoyen y otros que tienen en común "la defensa de la democracia" con el añadido del "compromiso para consolidar internet" en una región en la que la media de edad no supera los 18 años y, como dice Fall, hay más "tarjetas SIM que africanos".

Cuando en 2012 Y'en a Marre comenzaba la campaña de movilización de la juventud senegalesa, Fall creó una aplicación para verificar las elecciones. La iniciativa enseguida despertó el interés de los activistas africanos, que buscaban como vencer la persecución gubernamental y también salvar las restricciones de acceso y los apagones en la red. Así nació Africtivistes, la prueba de que África no quiere perderse la revolución tecnológica, como ya ocurrió con la industrial. "Los africanos tenemos acceso a las mismas plataformas que los europeos, compartimos códigos y lenguajes virtuales y tenemos el conocimiento" para estar a la vanguardia, subraya Fall, que dice que cualquiera que comparta los valores puede ser un africtivista en potencia y, por tanto, un actor político y de cambio. "Nos inspiramos mutuamente todos los activistas y es evidente que padecemos riesgos y no tenemos fondos económicos, pero no hay alternativa", afirma.

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