La barra libre interpretativa de los debates electorales

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Fuera la plastilina. Nada de barro, tierra o arcilla. Que se mueran el slime y la arena cinética. Si quieren un material maleable hasta decir basta, el debate electoral es el producto que buscan. ¿Quién gana un debate electoral? Lo han adivinado: quien ustedes quieran, sin necesidad de justificarlo. Y así tenemos a La Razón, que titula “Sin alternativa a Ayuso”, desplegando la alfombra roja para la dirigente popular, mientras que el Abc dice que “La utilización de las víctimas del covid marca un debate sin ganador”. En El País le preguntan a ocho expertos y –¡sorpresa!– casi todos se decantan por algún candidato de izquierda. En el Marca hacen una encuesta entre sus lectores y –¡sorpresa bis!–, Ayuso se lleva el 54% de los votos. Por el contrario, en el sondeo de eldiario.es –¡sorpresa tris!– es Pablo Iglesias quien gana, con el 39% de los votos.

Portada 22 abril 2021 La Razón

Pero ustedes, que son consumidores críticos, dirán: "Oh, es que el vencedor de un debate no es objectivable". Pues bien, observen. Cogemos una cosa inequívoca como frases que se dijeron. “Gabilondo extiende la mano a Iglesias para gobernar Madrid”, escriben en el Abc. Y El Mundo también lo debió oír: “Gabilondo da un volantazo y extiende la mano a Iglesias”. En cambio, La Razón afirma sin despeinarse el bigote –porque todo el mundo sabe que La Razón lleva bigote– que “Gabilondo e Iglesias reniegan de un pacto”. Si en un aspecto objectivable como este un diario puede decir una cosa y el otro la contraria, imaginémonos el margen que se puede dejar a la interpretación en materias mucho más gaseosas. Y se hace patente que los debates electorales son una puesta en escena de una importancia relativa: el objetivo más importante es cómo lo venda al día siguiente la prensa.

Si Bruce Lee estuviera vivo, ya no nos aleccionaría espiritualmente con aquel "be water my friend". Acercaría la cabeza y, a media voz, diría: "Be debate, my friend". Y que Confucio te ampare.

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