La complicidad mediática con las dimisiones que no lo son

En la omisión a menudo pone su nido la intención. Los diarios catalanes consignan a la portada la eyección de Jaume Alonso-Cuevillas de la mesa del Parlament, de manera expeditiva, apenas pocas horas después de que cuestionara la estrategia de la desobediencia en una entrevista. La palabra purga aparece en el titular de La Vanguardia y en el subtítulo del ARA. Y estos dos diarios, y El Periódico, identifican en primera página la causa ideológica de la sustitución. Así se puede leer también en VilaWeb y Nació Digital. En otros medios, como Crónica Global, el asunto se vende como un enfrentamiento entre Puigdemont –valedor de su ex abogado– y Laura Borràs. En cambio, el planteamiento de El Punt Avui es bastante más amable. El titular dice "Junts aparta a Alonso-Cuevillas de la mesa del Parlament", pero no se explica cuál es el motivo de este movimiento y le coloca un verbo suave que contrasta con los "fulmina" o "expulsa" que aparecen por todas partes. Y el subtítulo es "La ejecutiva del partido acepta la renuncia al cargo del abogado y apuesta por que Aurora Madaula sea la nueva secretaria segunda", lo cual sugiere un mutuo acuerdo que es solo formal: había que ir al subtítulo del interior para tener la historia completa. Pero todo indica que Alonso-Cuevillas ha sido amablemente invitado a marchar, y él lo ha aceptado, porque si no la alternativa era hacerlo con la silueta de un zapato marcado en el trasero de los pantalones. También en el Nacional optaban por un neutrísimo "Junts sustituye a Cuevillas por Madaula en la mesa del Parlament" y el director del medio, José Antich, titulaba su columna "La immolación de Cuevillas", de forma que no se vendía como una expulsión sino como un suicidio.

Los partidos tienen todo el derecho a cambiar las piezas que tienen sobre el tablero de la política, pero es deber de de los medios distinguir de manera diáfana entre una dimisión y una destitución.