Feminismo y el dumping sanitario de Madrid

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Ya volvemos a estar con otro 8-M secuestrado por el partidismo. Lo que tendría que ser una causa transversal –garantizar igualdad de oportunidades y derechos, empezando por el de la integridad– se transforma en un barrizal donde se intenta desacreditar al feminismo negando la mayor de la discriminación. La triple derecha mediática considera que la manifestación del 8 de marzo del año pasado fue la gran causante de la expansión del coronavirus, pero no los partidos de fútbol, por ejemplo, que se celebraron aquella misma semana. Este año la situación es extraña. Sánchez ha prohibido el 8-M de Madrid. La derecha tendría que estar contenta, ¿no? Pues no, porque ahora Ayuso promueve este dumping sanitario que practica la Comunidad de Madrid, consistente en abrir los bares hasta más tarde que nadie y después hacer contabilidad creativa cuando se trata de mirar cuántas víctimas ha costado la fiesta. Permitir la mani en 2020, mal. Prohibirla en 2021, también mal. La Razón, por ejemplo, titula: "Montero acusa al PSOE de 'vetar' las marchas del 8-M". El Mundo admite que la marcha quizás no era muy buena idea, pero también se pone –¿por primera vez en la vida?– a favor de los lilas: "El gobierno entierra el polémico 8-M de Madrid e irrita a Podemos". Pondremos una velita para los portadistas del diario: escribir una frase en favor de Podemos los debe de haber causado una severa urticaria.

El Mundo portada 5/3/21

(Coda. Esta frase de Jorge M. Reverte en El País: "No concibo otro tipo de mujer atractiva que la cabreada con el espacio que la civilización le ha reservado en el reparto machista del mundo". Quizás el 8-M va también de no considerar a las mujeres según su atractivo respecto a los hombres. De forma que si llevan unos shorts no lo hacen para provocarnos, tampoco sus proclamas las hacen para nuestro goce. Me parece machismo, vaya. Refinado, pero machismo.)

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