El magnetismo de la ignorancia y la conspiranoia

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Una enfermera vacuna una paciente

BarcelonaQuién nos lo iba a decir, meses atrás, que las redes se nos llenarían de fotografías de brazos con objetos metálicos pegados. Que si una cucharilla de café, que si una moneda de dos euros... La web El Diestro publicaba la siguiente noticia: "Un catedrático de dermatología y jefa de servicio de un hospital denuncia con una fotografía de un familiar que el magnetismo después de vacunarse «es real»". Pero el médico sabía perfectamente que no era el caso: si lo expuso así en Twitter era para demostrar la facilidad de viralizar contenidos desinformativos en esta red social. Que un medio, por precario que sea, lo cogiera y, sin más comprobación, convirtiera el tuit –ya borrado– en noticia demuestra la vulnerabilidad a este tipo de bromas o denuncias. Se supone que los periodistas, entre que recibimos un input informativo y lo convertimos en un contenido, hacemos una serie de procesos para asegurar que lo que se publica sea riguroso. Técnicamente el titular era cierto –un doctor lo afirmaba–, pero si ahora un biólogo escribiera que las vacas vuelan, por mucha cátedra que tuviera, lo más prudente sería hacer algunas comprobaciones antes de hacerlo noticia. El intrépido reportero pronto habría encontrado información sobre la imposibilidad de que las vacas nos deleiten con acrobacias aéreas. Pues bien, sobre esto de las vacunas... exactamente lo mismo. Pensar que esos mililitros de líquido tengan suficientes metales pesados como para que los imanes se aguanten a la fuerza magnética en el brazo es tan verosímil como la aparición espontánea de alas en vacas frisonas, azules de Letonia o Angus de Aberdeen.

Ahora bien, el médico tendría que ser más consciente del peligro asociado a su pequeño experimento. Su círculo inmediato en la red social puede ser pequeño, pero basta con que un medio pique para que se extienda la prevención antivacunas.

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