Sin ojos en Afganistán

BarcelonaTodos los regímenes autoritarios y populistas tienen en común la lucha contra la prensa independiente y el periodismo: desde Polonia –que quiere cerrar un canal de televisión crítico– hasta la China comunista –que expulsa a periodistas occidentales–, pasando, claro está, por las dictaduras teocráticas de Oriente Medio. El objetivo siempre es el mismo: dejar al mundo sin ojos en una determinada parte del mundo. Por eso la marcha de periodistas de Afganistán, con el caso de la popular Clarissa Ward de la CNN, es una noticia muy mala. Los talibanes han conseguido crear un clima de terror tan grande que los periodistas occidentales se sienten inseguros y se van.

En contra de lo que se podría pensar, esta presencia extranjera en Afganistán y también en el resto del mundo es lo que refuerza al periodismo local. Los periodistas afganos saben que cuando se queden solos estarán a merced de los talibanes y no habrá nadie para defenderlos. El resultado será una oscuridad total sobre lo que pasa sobre el terreno. En realidad, viendo las ganas de la Casa Blanca de irse de Afganistán, parece que Washington es la primera interesada en sacar a sus periodistas y que el país deje de ocupar la primera página de los diarios y la apertura de los noticieros. No en vano, lo que Clarissa Ward explicaba era la crónica de una derrota, cuando Biden lo que pretendía era precisamente lo contrario: decir que ya se había cumplido la misión y que las tropas volvían a casa.

Habrá que seguir muy de cerca a Afganistán a partir de ahora y ver qué pasa con los periodistas que están sobre el terreno. No es corporativismo. Todas las vidas humanas valen lo mismo, pero cuando se elimina a un periodista, sea físicamente u obligándolo a marcharse, lo que se busca es tener la impunidad para poder seguir cometiendo violaciones de los derechos humanos. Y esto no se tendría que olvidar.