Meter a Pablo Hasél e Isabel Pantoja en el mismo saco

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Meter a alguien en la cárcel por unas letras de canciones no dice muchas cosas buenas de la cintura democrática de un estado. Pero los diarios emperrados en hacer ver que en España no pasa nada de anómalo –¡circulen, circulen!– explican el caso Hasél con torsiones francamente inquietantes. Evidentemente, lo primero que hacen es destacar los disturbios por encima del hecho del encarcelamiento. Y, a partir de aquí, las metáforas y las comparaciones. Jesús Lillo, en el Abc, recurre nada más y nada menos que a Pantoja: “No hubo tanto de debate en el mundo de la cultura de consumo y de los defensores del progreso cuando, en 2014, Isabel Pantoja, sin antecedentes penales, ingresó en prisión”. Omite, claro, que entró por blanqueamiento de capitales, no porque en una de sus coplas hiciera un pareado hiriente contra el rey. Es decir, fue como empresaria, no como cantante. En La Razón, Alfredo Semprún firma un artículo titulado “En una democracia, las sentencias se cumplen”. Es un intento de desviar el asunto: ¡el problema es que haya sentencia, no que se aplique! Morrissey cantó “Margaret on the guillotine” en el Reino Unido, en referencia a Thatcher, sin que ningún juez se atreviera a despeinarle el tupé. Para poner un ejemplo, de cien posibles.

Portada 17 febrer 2021 La Razón

En Catalunya el rapero encuentra más apoyo. Incluso el de la conservadora La Vanguardia, donde el director califica Hasél de “bocazas” pero admite que la pena de prisión es desproporcionada. En el resto de diarios se tendía a criticar la sentencia al margen del contenido.

Todo esto, mientras medios como El Español y La Razón dedican textos a “la joven musa del falangismo” que supuraba antisemitismo ante los esperpentos de la División Azul. Que si era joven, que si los labios de rouge... ponían algún comentario para distanciarse –más bien, para cubrirse las espaldas– pero no le echaban la caballería del quintacolumnismo encima.

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