Maribel Verdú: “Los actores y las actrices somos, por norma general, inseguros”

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Maribel Verdú

Maribel Verdú tiene una carrera profesional de más de treinta años, pero se ha prodigado poco en la televisión. Entre sus papeles más recordados en la pequeña pantalla está el de Alicia, la protagonista de Canguros, una comedia de los inicios de Antena 3. Después de casi dos décadas alejada de la pequeña pantalla, vuelve con Ana Tramel. El juego, un thriller judicial basado en la novela de Roberto Santiago sobre una abogada en horas bajas. La serie, una de las grandes apuestas para el otoño de La 1 y prevista para septiembre, se estrenará en el FestVal de Vitoria, que tendrá lugar del 31 de agosto al 5 de septiembre. 

Has tenido una relación intermitente con la televisión. ¿Qué tenía este proyecto para que decidieras volver?

— Leí el libro de Roberto Santiago, Ana, cuando se publicó y me fascinó. Cuando de repente me llamaron al cabo de tres años para decirme que harían la serie y que les gustaría que fuera la protagonista me pareció que era un gran proyecto. Es un gran papel, con una historia muy bestia porque la ficción española no había tocado hasta ahora la cuestión del juego y la vertiente legal. Me pareció que era la manera de volver. Hacía diecisiete años que no pisaba la tele porque lo que me habían ofrecido no me había gustado lo suficiente como para dedicarle muchos meses.

La serie es muy clara respecto a la permisividad social que hay con el juego.

— Sí, hay un momento en la serie en la que aparece un anuncio de una casa de apuestas que dice “Todos llevamos un jugador adentro” y mi personaje le dice a otro: “¿Te imaginas que fuera un anuncio de ron o de whisky y que en vez de jugador pusiera alcohólico? Todos llevamos un alcohólico adentro”. Esto nunca se permitiría, nadie podría hacer una publicidad así, pero con el juego todo se permite y está destrozando vidas y familias. Es un negocio que solo en España recauda anualmente 40.000 millones de euros.

¿Ha habido un cambio en la ficción española en cuanto al tipo de personajes y los temas que se tratan?

— Sí, lo noto mucho. Durante todo este tiempo los papeles que me ofrecían eran de ama de casa con hijos y tramas que seguían siendo familiares. Esto se hacía antes porque por narices tenías que tener abuelos, niños y familia de telón de fondo, te lo exigían las cadenas. Ahora esto no pasa, ha cambiado mucho. Hay tramas familiares si alguien quiere, pero si no las hay no pasa nada. Desde hace un tiempo ya no es así y yo esperaba un personaje de una tía independiente, autosuficiente o que no tuviera hijos. O, como en este caso, que es alcohólica y está enganchada a las pastillas. Menos la del juego, tiene todas las adicciones posibles. Esto antes era impensable en la ficción española.

Un personaje femenino que no estuviera reducido al papel de madre era difícil de encontrar...

— Efectivamente, la verdad es que sí.

La preparación de la serie coincidió con la pandemia. ¿Cómo fue trabajar en esa situación?

— Cuando estábamos haciendo los ensayos para la serie estalló la pandemia y lo tuvimos que parar todo. Nos quedamos los cuatro meses en casa y yo ya creía que no se haría, que era imposible. Los productores tuvieron la valentía de sacarla adelante y creo que fue la primera serie que volvió a ponerse en marcha con unos protocolos muy rigurosos y con mucho control. Afortunadamente todo salió bien.

Gracia Querejeta dirige dos de los capítulos de la serie y juntas formáis un tándem de largo recorrido. ¿Qué te aporta como directora?

— Con ella he hecho cuatro películas y este es el quinto proyecto que hacemos juntas. Trabajar con ella es un gusto, un auténtico regalo.

Cuando hace tanto tiempo que te mueves en el mundo de la interpretación, ¿se sigue sintiendo vértigo con un nuevo proyecto?

— ¡Si supieras! Cuando me ofrecieron el proyecto de Ana Tramel primero me hizo mucha ilusión y después me cogió tanto miedo y vértigo que los productores tuvieron que hablar conmigo porque no quería hacer la serie. Me decía que no podía hacerlo, que no era capaz. Tuvieron que hablar conmigo, tranquilizarme y convencerme. Me entró miedo y pánico, son cosas que pasan y cuanto más tiempo lleves en la profesión, peor.

Es un poco como el síndrome de la impostora, en el que las mujeres dudan de su valía profesional.

No creo que dependa de si eres hombre o mujer, creo que los actores y las actrices somos, por norma general, inseguros.

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