Esther Palomera

La suplente queda manchada por Bárcenas

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Demà, al debat a quatre, Rajoy ha delegat la representació en Sáenz de Santamaría: si en surt bé, guanyarà embranzida com a relleu per liderar el PP, pensant a frenar l’auge d’un Albert Rivera ben situat a les enquestes.

Llega la gran cita electoral de esta campaña. Debate a cuatro. Mañana, en sus pantallas. Estén atentos porque dicen que estas elecciones se ganarán, no en la calle, sino en la tele. ¿Se impondrá el emergente Rivera? ¿Remontará Iglesias? ¿Salvará el pellejo Sánchez? ¿Goleará Rajoy? Perdón, que el candidato del PP no estará. Enviará a una sustituta, Soraya Sáenz de Santamaría. Nulo respeto por los ciudadanos, que son los que tienen derecho a conocer las propuestas de los contendientes por ellos mismos, y no por sus voceros.

La suplente no es candidata a nada, que se sepa. Tan sólo la número dos de la candidatura por Madrid, pero Rajoy ha decidido que sea ELLA quien se mida con sus adversarios. ELLA baila en El Hormiguero y sube en globo aerostático con Jesús Calleja. El candidato del PP se subió un día a un helicóptero y pasó lo que pasó… Soraya da mejor en televisión, parece jovial -aunque por Madrid circule la “maledicencia” de que cada vez que coge un globo, un periodista pierde su puesto de trabajo- y al lado de Iglesias y Rivera puede pasar por nueva política y dar el pego, aunque los métodos que utilice sean más propios de otros tiempos.

¿Premio o marrón? Esa es la pregunta. Lo primero habría que interpretarlo en clave sucesoria, que es un quid en el que el PP dice no estar. Pero, imaginemos que no dicen toda la verdad y que el hombre de los ocho apellidos gallegos tiene en la cabeza señalar a su posible sucesora con esta suplencia. Si Soraya pierde el debate, lo pierde Rajoy. ¿Y si lo gana? Pues igual lo pierde también Rajoy y el PP empieza a hacerle la pelota a la señalada por si acaso el líder de Ciudadanos se pasa de frenada y exige la cabeza de Rajoy para apoyar una investidura con candidato de derechas. Todo conjeturas porque a Saénz de Santamaría ya le doran la píldora más de la cuenta, y no sólo los “peperos”. También los empresarios, los banqueros y los tótem de la comunicación. Que para eso ha tenido todo el poder en sus manos, lo ha ejercido en los últimos cuatro años con mano de hierro y ha pontificado desde la mesa del Consejo de Ministros cual señorita Rottenmeier. Lo mismo vetaba una imagen del escrache a las puertas de su casa en una cadena privada, que vetaba a un periodista en una tertulia, que advertía de las consecuencias de publicar tal o cual información en una primera de imprenta mientras su peor enemiga en el PP, Dolores de Cospedal, se comía lunes sí y lunes también los marrones del caso Bárcenas en las ruedas de prensa de Génova.

Pues se acabó lo que se daba. Soraya ya está manchada también por la sombra del ex tesorero, después de publicado un manuscrito inédito remitido al juez Ruz y que desvela que ella misma y “el príncipe de las tinieblas” organizaron una reunión con mandos policiales para ayudar en la defensa de “Luis el cabrón”. Pues ya no es, a tenor del documento, la “doña limpia” del Gobierno. Como dijo Cospedal, que cada palo aguante su vela. Mal comienzo para el debate por excelencia.

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