"Nos habitan las personas que queremos y los libros que leemos"

Daniel Pennac confronta la memoria de su hermano con 'Bartleby, el escribiente' en 'Mi hermano'

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El escritor Danniel Pennac acaba de publicar 'Mí hermano'

BarcelonaEl escritor francés Daniel Pennac (Casablanca, 1944) no puede desvincular el recuerdo de Bartleby, el escribiente de la memoria de su hermano Bernard. Fue él quien le lanzó el libro de Herman Melville para que lo leyera cuando tenía 13 o 14 años. "Des que nací hasta los 11 años compartimos habitación. Me hizo de padre, de madre, de compañero de juegos y de hermano. De este libro, que era su favorito, guardo un recuerdo muy familiar y íntimo, con la imagen de mi hermano vivo", explica Pennac. Hace dos años, la imagen del Bernard apasionado con Bartleby se volvió todavía más intensa y el escritor decidió convertirla en una novela titulada Mi hermano (Literatura Random House). "Estamos habitados por las personas que queremos, pero también por los libros que leemos. Hasta entonces nunca me habían venido a la mente estos dos elementos juntos. Me di cuenta de que Bartleby y mi hermano van de la mano en mi vida, y los confronté en un vis a vis", señala Pennac, conocido por obras como Mal de escuela y Como una novela.

El vínculo entre el escritor y Bernard, que era cinco años mayor, está marcado por un hecho insólito: un entendimiento absoluto y duradero. "Nunca nunca nunca discutimos. Teníamos una complicidad divertida y no experimentamos nunca ningún conflicto", subraya el escritor. El libro desprende un afecto incondicional hacia su hermano y habla también del luto que pasó después de su muerte, hace doce años. "Mi mente se desconectó de mi cuerpo. Ya no lo controlaba, tuve muchos accidentes. Me duró unas cuantas semanas", dice Pennac. No es solo que la obra de Melville fuera la predilecta de Bernard sino también que, según el escritor, se parecían bastante. Bartleby es el mito del hombre sin deseo: se caracteriza por no querer nada y por expresarlo continuamente con la mítica frase "preferiría no hacerlo". Según Pennac, su hermano era "muy atento, muy analista, nunca daba un paso adelante" y sentía "una indiferencia total por la afirmación de una opinión". Al escritor le contagió, sobre todo, la tendencia a no consumir. "Nunca he comprado un coche de primera mano en la vida. Utilizo las cosas utilizadas, no quiero añadir nada a la entropía. Prácticamente nunca he comprado aparatos inútiles. No cambio de teléfono móvil cada vez que Apple lanza un nuevo iPhone. Él me crio en esta manera de no ir sembrando mi deseo", afirma Pennac.

El "fracaso de Europa" en la educación

Pennac es un novelista de gran prestigio y de mucha popularidad en Francia. Su experiencia como profesor de lengua y literatura en París lo ha llevado a proyectar en sus libros una mirada crítica y penetrante sobre la educación y a convertirlo en un referente también en este ámbito. Después de años reivindicando la importancia de un proyecto educativo transfronterizo, Pennac está decepcionado: "Europa ha fracasado pedagógicamente y esto tiene consecuencias catastróficas. Imaginemos qué sería Europa hoy si desde hace treinta o cuarenta años hubiéramos enviado a los estudiantes de ESO y bachillerato de un país a otro. Habríamos construido una Europa pedagógica, que estaría reconciliada culturalmente y que sería políglota. Hemos perdido la ocasión de reconciliarnos intelectualmente mediante una educación común".

Más allá de Europa, el escritor tampoco es especialmente optimista con la realidad del resto del planeta. "Nos encontramos en una época en la que emergen violencias con dictadores y locos rabiosos que están en el poder. Esto pasa en Filipinas, en Brasil, en Turquía, en Polonia y, hasta hace poco, en los Estados Unidos con Trump", expone Pennac, que declara que nos encontramos "con la muerte de la educación diplomática" y lo equipara a los acontecimientos de finales de los años 30. "Se ha revelado un inconsciente político extraordinariamente violento, reducido a las pulsiones de un individuo", dice el escritor, que alerta de que esta situación propicia el bartlebismo: "La tentación de decir que preferimos no entrar en este juego político y dejarnos morir psicológicamente es muy fuerte".

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