Barça

Seis meses de supervivencia de Ronald Koeman

Koeman ha tenido que adaptarse a una plantilla de circunstancias y a un club que hace aguas desde el verano

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Ronald Koeman en el duelo contra el Cádiz

BarcelonaEntre la frase en la que Ronald Koeman aseguraba que el Barça tenía “suficiente calidad como para aspirar al máximo en las competiciones” y la frase en la que reconocía que el equipo “no está para ganar muchas cosas” pasaron menos de seis meses. Lo mismo desde que dijo que había que “dominar la pelota y jugar bien a fútbol” hasta admitir muchas veces que algunos resultados han sido “decepcionantes”. El entrenador holandés cumplía esta semana medio año al frente del Barça, pero no lo ha podido celebrar con una sonrisa. Una derrota contra el PSG que deja al equipo con pie y medio fuera de la Champions (1-4) y un empate en el último minuto contra un Cádiz que tan solo chutó una vez a portería (1-1). Marcadores que rompen la buena dinámica que había cogido el equipo en las últimas jornadas y que devuelven al Barça a la realidad de un curso de transición en el que difícilmente se podrá levantar ningún trofeo.

Lejos queda ese 19 de agosto, cinco días después de la bofetada del Bayern Múnich en los cuartos de la Champions (2-8). Un Koeman con las pilas cargadas venía con el prestigio de ser un héroe del barcelonismo, y con el aval de ser una figura autoritaria en los banquillos que pondría orden a un vestuario que iba de mal en peor. “Hay que hacer cambios. Si hay que tomar decisiones, las tomaremos”, apuntaba en ese estreno. Seguramente se imaginaba que sería un año convulso, pero no podía prever que Messi enviaría un burofax para marcharse del club, que la plantilla no se podría configurar como él quería por las limitaciones económicas de la entidad, que la junta de Bartomeu dimitiría en bloque, que se tendría que negociar una rebaja colectiva de salarios para evitar caer a la bancarrota, que el Camp Nou seguiría vacío de público, que no vendrían refuerzos en el mercado de invierno, que habría una plaga de lesiones, que se perdería el primer título en la prórroga (2-3 contra el Athletic a la Supercopa), que tendría que remontar dos veces en la vuelta de semifinales de Copa (2-0 contra el Sevilla) y que estaría virtualmente fuera de la Champions. Ni que, después de un inicio irregular liguero, desaprovecharía la oportunidad de recortar distancias con el líder empatando en casa contra un rival que el último duelo que ganó fue precisamente el de la primera vuelta contra el Barça.

Todos los papeles

Koeman ha tenido que hacer todos los papeles desde que aterrizó en el Camp Nou. De bombero a portavoz, y siempre con una mirada de entrenador de club, más pendiente de construir algo que de obsesionarse con ganar a cualquier precio. “No son buenos tiempos para un equipo que siempre exige lo máximo”, reconocía en agosto. Los resultados no han acabado de acompañar, sobre todo en la Liga, donde ha dejado escapar 24 de los 69 puntos disputados. El balance en todas las competiciones es de 22 victorias, 6 empates y 8 derrotas, con 79 goles a favor pero 41 en contra, más de uno por partido. Por la exigencia de la entidad, en condiciones normales se cuestionaría si es el técnico idóneo, pero en un club que no tendrá presidente hasta marzo y sin público en las gradas, se impone el espíritu de supervivencia. Incluso no se le ha tenido en cuenta la actitud en las ruedas de prensa postpartido, en las que ha dedicado más tiempo a criticar a los árbitros que a analizar en qué habían fallado los suyos. Un discurso que, con el paso de las semanas, ha ido rectificando.

Cuando Bartomeu pensó en Koeman para relevar a Quique Setién, el expresidente buscaba una figura respetada en el club, sobre todo por la afición. Jugador del 1989 al 95 y autor del gol en la final de la Copa de Europa del 92, el neerlandés fue ayudante de Louis van Gaal (1998-2000) antes de empezar su carrera como primer entrenador. Amante del Barça y de Barcelona, siempre ha sido próximo al club y ha sido muy frecuente verlo por la ciudad cuando estaba sin equipo o haciendo largas estancias mientras dirigía la selección de los Países Bajos. Pero esto no ha impedido que muchos cuestionen su mirada futbolística, que consideran algo alejada del estilo del Barça, puesto que se ha decantado en algunos partidos por el doble pívot o ha apostado por tácticas ultradefensivas en los últimos minutos de determinados partidos. Críticas a las cuales él ha restado importancia, pero que han acabado surgiendo efecto: del 4-2-3-1 inicial ha acabado apostando por el 4-3-3, aunque con matices.

Disciplina y autoridad

Desde la Ciudad Deportiva explican que Koeman ha impuesto disciplina en los entrenamientos y autoridad en el vestuario, y ha solucionado los conflictos con los futbolistas con tanta mano izquierda como ha podido: cuando Griezmann no encontraba su lugar en el once o jugadores como Riqui Puig y Trincao reclamaban más minutos. La plaga de lesiones lo ha hecho apostar por los jóvenes, como Araujo y Mingueza. En medio del campo ha acabado abrazando a un jugador, Pedri, que inicialmente no entraba en sus planes y ha recuperado para la causa a un Dembélé que, si no se marchó en verano, fue porque no había ninguna oferta suculenta por él.

El futuro de Koeman es una incógnita. Tiene contrato hasta el 2022 pero todo dependerá de lo que determine el nuevo presidente. Por ahora todos hablan con la boca pequeña y echan pelotas fuera a la espera de que ganen las elecciones. Después decidirán qué hacer con el héroe de Wembley.

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