El análisis de Antoni Bassas: 'Las obsesiones de Esquerra, de Junts y de la gente'

Estamos en emergencia social. Que se abstengan de pedir a la gente que resuelva el problema de quién tiene la hegemonía. Son ellos los que tienen que ayudar a resolver los problemas derivados de la pandemia y no al revés

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Ayer la palabra era “nítidamente”. La pronunció Laura Borràs, para dar a entender que Junts per Catalunya son nítidamente independentistas y, en cambio, Esquerra serían... borrosamente (?) independentistas.

La respuesta de Esquerra no se hizo esperar, y Marta Vilalta puso en circulación otro concepto: “El adversario es muy fuerte, es el estado español. No compartimos esta obsesión por atacar a ERC de parte de los representantes de JxCat. Y si esto va, como parece que va tal como apuntan las encuestas, entre Pere Aragonès y Miquel Iceta, ¿qué hará JxCat cuando llegue el momento?”

”La obsesión”. La obsesión de Junts por Esquerra. En realidad, la obsesión es mutua.

Esquerra va claramente por delante en las encuestas, pero todavía no ha conseguido investir a un presidente de la Generalitat desde 1954 (el president Josep Tarradellas en el exilio). Junts per Catalunya va claramente por detrás en las encuestas, pero sabe imponerse en el esprint final de las elecciones.

Esto si hablamos del presente. Si hablamos del pasado, los golpes de codo entre Convergència, primero, y Junts per Catalunya, después, con Esquerra Republicana, para conseguir la hegemonía de lo que primero fue catalanismo y ahora es independentismo, han sido constantes y sonados. ¿Se acuerdan de las dos victorias de Artur Mas, en 2003 y 2006? Acabaron con Convergència en la oposición y Esquerra en el gobierno porque los republicanos quisieron hacer gobierno con el PSC e Iniciativa.

Ahora Borràs habla de independentistas “nítidos”, en el sentido de que Esquerra no quiso investir a Puigdemont, y Esquerra le recuerda que Junts per Catalunya pactó con el PSC en la Diputación de Barcelona en julio del año pasado.

Y todavía, más recientemente: en octubre de 2017, Puigdemont está pensando en convocar elecciones para evitar el 155 y es gente de dentro de su partido y los líderes de Esquerra, Junqueras y Rovira, los que más empujan por la DUI. Al final no hay elecciones. Nadie quiere pasar por traidor. La obsesión.

Laura Borràs dice que “naturalmente” Esquerra es su socio prioritario para formar gobierno. Y Esquerra, en cambio, se abre a los comunes, mientras insiste que no pactará con el PSC pero acaba de acordar los presupuestos con el PSOE, al contrario de Junts, o de la parte de Junts que no es PDECat, porque el PDECat sí se suma a los presupuestos del gobierno español.

La obsesión entre los dos grupos no es nueva.

Esquerra va unida detrás de Aragonès, o sea Junqueras, mientras que Junts tiene que convencer de que el PDECat no es “nítidamente” independentista.

El cuadro político es este. Pero que no olviden unos y otros que “la obsesión” mutua ha decepcionado a muchísimos votantes independentistas, que no entienden cómo pueden pelearse públicamente teniendo como tienen, los dos, presos y exiliados. Una cosa es que no vayan juntos y la otra es que vayan peleados.

Que se abstengan de pedir a la gente que resuelva el problema de quién tiene la hegemonía. Son ellos los que tienen que ayudar a resolver los problemas económicos y sociales derivados de la pandemia y no al revés.

¿Ser “nítidamente” independentista no implicaría superar la obsesión?

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

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