El análisis de Antoni Bassas: 'Orgullo y prejuicio, Trump y Dani Gallardo'

Si a Gallardo lo han tenido encerrado todo este año en la cárcel es porque han buscado un escarmiento. En América está emergiendo un orgullo democrático. En España, en relación a Catalunya, continuamos en el prejuicio

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Esta noche, en los Estados Unidos, ha pasado algo gordo. Donald Trump ha salido a hablar en la sala de prensa de la Casa Blanca a decir las mentiras habituales. Esta vez, a decir que con el voto legal gana él pero que si cuentan el voto ilegal ganan los otros. Y, entonces, las principales cadenas de televisión que estaban transmitiendo el discurso lo interrumpieron y los periodistas dijeron cosas como por ejemplo: “Ya sabemos que es increíble que interrumpamos al presidente de los Estados Unidos, pero ahora está diciendo mentiras”.

Una creciente oleada de dignidad nacional está produciéndose en el otro lado del océano Atlántico. Incluso en la Fox los comentaristas admiten una verdad incontestable: si un voto llegó a tiempo, tiene que ser contado. Que Trump vaya diciendo que él ya había avisado de que el voto por correo podía ser un fraude no convierte el voto por correo en un fraude. El gobernador republicano de Arizona ha dicho que se contarán los votos. Y si se cuentan los votos, es casi seguro que ganará Biden. En algunos estados, por muy poco, es verdad, Trump ha hecho un muy buen resultado. Pero ganará Biden. El Trump que salió de madrugada en la Casa Blanca a decir que llevaría las urnas al Supremo, el que ayer tuiteaba “¡Parad el recuento!”, sonaba perdedor. ¿Os imagináis al presidente de un país democrático pidiendo que se pare el recuento para que él pueda ganar? La crisis constitucional es la última esperanza de Trump.

Mientras observamos el orgullo americano, aquí no estamos en posición de dar muchas lecciones. Hoy empieza el juicio de Dani Gallardo, un gaditano de 23 años que fue detenido el 16 de octubre del año pasado en la manifestación que se organizó en Madrid contra la sentencia del Procés y desde entonces cuenta los días en la prisión de Alcalá-Meco. Un encarcelamiento preventivo fuertemente denunciado desde Catalunya y por parte de los partidos independentistas –ERC, JxCat y la CUP lo han visitado– pero que, en cambio, ha contado con el silencio del PSOE y de Podemos. Esta semana la portavoz del ejecutivo, María Jesús Montero, y el portavoz del partido lila en el Congreso, Pablo Echenique, han demostrado que apenas conocían el caso cuando fueron interpelados por la cuestión en rueda de prensa. Este viernes arranca el juicio y la segunda sesión será el 17 de noviembre.

La Fiscalía reclama seis años de prisión para Gallardo. La policía inició una persecución de la multitud que, según el ministerio público, había causado desperfectos en el mobiliario urbano y hacía barricadas hasta que uno de los agentes pilló a una amiga de Gallardo a la que el chico intentó rescatar. El testimonio de los policías implicados ha prevalecido todos estos meses durante la instrucción y, a pesar de ser la única fuente de prueba, el juez y la sala de apelaciones siempre han creído su palabra por encima de la del acusado. Es increíble: Gallardo no tenía antecedentes penales, no había cometido nunca ningún delito. En casos muy peores, los detenidos han quedado en libertad provisional a la espera de juicio.

El otro día, en TV3, Gallardo dijo: "Creo que, después de los disturbios de Barcelona, no gustó que tanta gente en Madrid mostrara su apoyo, porque Madrid es la capital de este estado al que tanto defienden. Supongo que no se paran a pensar que no es odio hacia España o hacia los españoles [...]. Se trata más bien de una clara aversión a la forma retrógrada y anticuada de dirigir el estado, una forma que parece que nunca cambiará".

Obviamente, si a Gallardo lo han tenido encerrado todo este año en la cárcel es porque han buscado un escarmiento, no fuera que a alguien de Madrid le dé por manifestarse contra la sentencia del Supremo y a favor de los presos políticos catalanes. No fuera que la sociedad española se “contamine” del vicio de pensar.

En América está emergiendo un orgullo democrático. En España, en relación a Catalunya, continuamos en el prejuicio.

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

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