Aragonès y Sánchez dan una oportunidad al diálogo

3 min
Pedro Sánchez ayer ante la bancada del PP durante la sesión de control 
 Al Congreso .

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el presidente español, Pedro Sánchez, han iniciado la vía del diálogo con una llamada telefónica de 40 minutos. El paso siguiente será un encuentro presencial en la Moncloa, y el verdadero primer peldaño se producirá cuando la mesa de diálogo se reúna por primera vez desde que hay nuevo Govern. Se trata, evidentemente, de unos pasos preliminares que tienen mucho de escenificación, pero el comunicado conjunto pactado por los equipos de Aragonès y Sánchez es la prueba de que, esta vez, la vía del diálogo se explorará de forma seria. Y también aporta muchas pistas sobre cuál es el relato que quieren transmitir a la sociedad.

En primer lugar es significativo que el primer objetivo compartido que se cite sea la lucha contra la pandemia y la reconstrucción económica, con especial atención a los fondos europeos. Este hecho es coherente con la imagen que quiere transmitir Aragonès de un ejecutivo centrado en la gestión en un momento clave para redibujar los fundamentos de la Catalunya del futuro, y en el que la negociación para resolver el conflicto político catalán tiene que ir en paralelo pero por otro circuito y sin interferir en el día a día del Govern. Evidentemente, este discurso también facilita las cosas a Pedro Sánchez, que se dispone a asumir un coste político muy elevado con la aprobación de los indultos y la reforma del delito de sedición.

En segundo lugar, se subraya cuál tiene que ser el método para trabajar a partir de ahora, es decir, el diálogo. En concreto, el texto pactado afirma que "han compartido el objetivo de avanzar hacia la superación de los retos comunes mediante el diálogo". Es evidente que el principal reto común es la relación entre Catalunya y España, y es aquí donde la mesa de diálogo iniciará, a partir de este verano, un recorrido que durará dos años antes de que, por un lado, la parte catalana haga balance y el presidente Aragonès se someta a una cuestión de confianza en el Parlament y, de la otra, el gobierno español se someta al veredicto de las urnas a finales de la legislatura.

Se trata, pues, de un diálogo que pasará un primer examen de aquí a dos años, y por eso tendrá que haber ofrecido ya unos primeros frutos. Se hace difícil pensar que en estos dos años se encuentre la solución definitiva a la situación, que no puede ser otra que un referéndum, dada la distancia que separa a los dos gobiernos y también la fragilidad del ejecutivo español, que será sometido a una presión extrema por parte de la triple derecha. Pero también es evidente que si en dos años no hay ningún resultado, la parte catalana no tendrá incentivos para continuar y por lo tanto se llegará a una situación indeseable de bloqueo.

El único motivo para la esperanza es que Sánchez necesita a ERC para mantenerse en el poder y que ERC necesita a Sánchez para poder poner en práctica su estrategia de diálogo, con el objetivo de que, si no da el fruto esperado, sirva al menos para sumar más partidarios a la causa de la independencia. En política se tiene que intentar aprovechar cualquier rendija. Y el diálogo ofrece una muy clara: reconducir un conflicto que nunca tendría que haber salido del ámbito político.

stats