Persiste el bloqueo y persiste la crisis política

Nada cambia significativamente. La formación de gobierno sigue tan enmarañada como en abril

Nuria Alabao
2 min

En estos momentos Pedro Sánchez maldice el momento en que se dejó aconsejar para ir hacia la repetición de elecciones de la que todos culpan a su asesor Ivan Redondo. Apostar fuerte en política con una mano más que dudosa se llama ir de farol y en política se paga. Aunque podría haber sido peor. En el momento en que se escribe esto, con más del 90% escrutado, el PSOE gana las elecciones pero pierde tres escaños. Un buen número de ciudadanos, cansados quizás por el espectáculo de los últimos meses ni si quiera han ido a votar: la participación ha bajado tres puntos. El bloque de izquierdas españolas tampoco crece ya que Podemos aguanta el tipo en tanto por ciento de apoyos pero pierde varios escaños.

Nada cambia, pues, significativamente. La formación de gobierno sigue en el aire tan enmarañada como en abril. O peor. Al cansancio se une la situación en Cataluña y hoy se sigue necesitando algún tipo de apoyo de partidos como ERC que tienen más complicado operar en ese ese escenario. Las derechas tampoco se han movido significativamente como bloque, aunque se ha producido un trasvase entre los tres partidos. El PP –superada algo la crisis de la Gürtel que provocó su hundimiento– se recupera en parte gracias al desplome de Ciudadanos y en la sede del partido se invoca ya el espíritu de España Suma –la alianza entre PP, Ciudadanos y Vox–, pero a pesar de las ganas de Casado, las matemáticas no dan. Ellos han subido, pero Ciudadanos ha sufrido un desplome histórico –pierde 47 escaños–.

Su discurso de mano dura con Cataluña ha sido igual que el de las otras dos derechas en una campaña con el nacionalismo español en el centro. Demasiada competencia por la bandera ha disparado al original postfranquista y sin duda, el gran ganador de la noche es Vox. La ultraderecha patria, impulsada por los fuegos de los disturbios de Barcelona, sale reforzada al conseguir más del 15% de apoyos, lo que la premia con un buen puñado de escaños –pasa de los 50–. Falta por comprobar qué parte de su éxito se debe a su viraje en campaña desde su discurso ultraneoliberal –Vox es una escisión del PP, de su sector neocon– hacia uno más social, que lo aproximaría a las estrategias de un Salvini, donde es probable que les aguarde otra posibilidad de crecimiento.

Si la foto del parlamento es similar a la de abril, el que ha cambiado es Sánchez, que ya no se parece en nada al que ganó las primarias a Susana Díaz aupado en el espíritu de la contestación que inauguró el 15-M. El Sánchez de la campaña ha vuelto a colocar al PSOE en su papel de “partido de Estado”, del orden y la ley, que promete represión en Cataluña y hacer vicepresidenta a Nadia Calviño, una neoliberal muy cercana a las políticas de austeridad de la Comisión Europea. Tras la formación de gobierno, esa será una de las cuestiones que tendrá que encarar el nuevo gobierno, ya que Bruselas exige hoy un ajuste de 15.000 millones en dos años. Veremos qué sucede. La crisis de representación dista mucho de haberse resuelto en España y anuncia más inestabilidad.

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