El 'president' de la mesa

Pere Aragonès parece plenamente imbuido del papel histórico que le ha tocado jugar: el del president que tiene que explorar, al menos durante los próximos dos años, la vía del diálogo y la negociación con el gobierno español. Él es el presidente de la mesa. Si la mesa naufraga, él asumirá el coste. Por eso pide una oportunidad, una especie de alto el fuego a sus propios socios (Junts y la CUP) para que, a falta de una alternativa clara, le dejen intentarlo.

Aragonès, sin embargo, sabe que esto no pasará. Ni Junts ni la CUP dejarán de aprovechar la mesa para marcar perfil y desgastar a los republicanos. Pero, al contrario de lo que se podría pensar, esta situación no tiene por qué empeorar la situación de ERC en la mesa. ¿Por qué? Pues porque el PSOE tiene que entender que si Aragonès fracasa quien saldrá reforzado será, por un lado, la derecha españolista, y, por el otro, el independentismo más encendido.

El esquema funciona según el clásico poli bueno y poli malo. Y, como ha pasado otras veces con el Procés, la improvisación puede dar lugar a escenarios no especialmente negativos.