Crónica

La sed de palabra de Oriol Junqueras

Seguimiento del presidente de ERC en su primer día de trabajo en libertad

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01. Junqueras con el resto de indultados.  02. Al coche de camino al Parlamento .  03. Al consejo nacional.

BarcelonaPara ser el primer día de trabajo liberado de la pena de prisión, la agenda de este lunes es contundente. A las 10.30 h, Oriol Junqueras ha presidido la permanente nacional del partido, después ha tenido una comida y por la tarde tiene tres actos más. El primero, la recepción que la Generalitat dispensará a los presos políticos. A las 15.30 h llega a la Casa dels Canonges, donde está citado con el resto de presos políticos. Aparece tranquilo, sin prisa, y contento de haber dejado atrás la prisión, pero con una advertencia clara: la represión no se para. “Tribunal de Cuentas” es una de las primeras expresiones que le sale de la boca. Mañana (por hoy) le comunicarán la nueva fianza millonaria a la que se expone por otra de las causas del Procés que todavía tiene abiertas. “¿Cómo va todo?”, le pregunta a Jordi Turull. “Mejor que la última vez que nos vimos”, le replica, socarrón, en referencia al último día juntos, todavía en la prisión de Lledoners. “¡Nos echamos de menos!”, irrumpe gritando Jordi Cuixart, el más animado de la fiesta. Carme Forcadell pregunta si es cierto que el Tribunal Supremo ha rechazado el primer recurso contra los indultos y le aclaran que solo ha tumbado la suspensión inmediata que reclamaba Ciudadanos. Todavía queda mucha batalla.

Llega el momento de ir hacia la Generalitat y Junqueras es uno de los que lidera la comitiva por las calles Pietat y Paradís, quizás un capricho del destino. En la sede del Govern muchos aplausos y muchos abrazos. Y también muchos “¿Cómo estás, niño?” del presidente de ERC a antiguos cachorros que ha visto crecer en el partido y que ahora tocan poder -y no poco- en la Generalitat. Al salir, un “Veo fuerte a Aragonès” mientras toca correr hacia el coche. No es cuestión de llegar tarde a la recepción del Parlament. Durante el trayecto, la radio escupe la noticia del Supremo y se pregunta si aquello del indulto será por siempre jamás o habrá marcha atrás. Él no lo ve claro. “Ya nos han vuelto a encerrar más de una vez”, recuerda con todos los permisos que los han tumbado estos años.

¿Y ahora qué? Pues “ahora a Ginebra”, responde. El miércoles irá a ver a la secretaria general del partido, Marta Rovira. Recuerda que la última vez que se vieron fue a principios de 2018 en un locutorio de Estremera cuando, a través de señales con la mano convencido de que los grababan, se consiguieron hacer entender: ella se marchaba al exilio. La semana siguiente, rumbo a Estrasburgo -porque hay pleno del Parlamento Europeo-, a ese escaño que el Supremo no le dejó ocupar a pesar del aval de la justicia europea. Todavía no está claro que pueda coincidir con Carles Puigdemont. Con el ex president no se ven desde finales de un octubre de 2017 difícil de olvidar.

El mejor plato del día

En el Parlament el acto se alarga. En las dos recepciones Forcadell ha hecho de portavoz de los presos. Los discursos se acaban y Junqueras desaparece enseguida. Toca volver a correr hacia el coche. No puede disimular que, después de una larga jornada, al final del día llega el plato que más le gusta: tomar la palabra ante el consejo nacional del partido. El partido que empezó a liderar un 1 de octubre de 2011 -no coincide por casualidad con la fecha del referéndum, bromea-. Durante el trayecto, un par de consejos de su jefe de prensa y una confesión del presidente de Esquerra: siempre quiere ser breve, pero al final se alarga. “Siempre tengo la sensación de que será más corto pero acaba siendo más largo”, se sincera. Quien lo conozca puede dar fe de ello.

Entra en el auditorio Axa, donde lo espera una ovación de gala. Pero las ganas lo traicionan. Disparado hacia el atril para lanzar la primera arenga, enseguida todo el mundo nota que hay un problema: lo avisan de que todavía no le toca a él. Es el presidente del partido, sí, pero todo tiene un orden, un orden que a Esquerra le ha costado muchos años cultivar. “Hemos salido sedientos de palabra”, se disculpa, cuando, por fin, le llega el turno de hablar. “La independencia es más que nunca un deber ante la represión que sufrimos”, dispara. La jornada de Junqueras se acerca al fin, pero el indulto no permite bajar la guardia. Ahora toca el Tribunal de Cuentas.

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