"Las generaciones futuras ya están aquí y nos miran a la cara"

El activismo climático más joven crece en Cataluña y se une a la movilización global de septiembre

Sonia Sánchez
5 min
Els estudiants han anat de plaça Universitat fins a plaça Sant Jaume sota la pluja

BARCELONA"Estamos en el límite del punto de no retorno climático, sólo tenemos 10 años para frenarlo", alerta Gemma Barricarte, una de las siete portavoces de Fridays for Future (FFF) en Cataluña. No se considera la Greta Thunberg catalana -la filial catalana no tiene líderes, dice-, pero esta estudiante de arquitectura de 24 años hace mucho tiempo que está involucrada en movimientos ecologistas y no ha dudado ni un segundo en abanderarse de la lucha impulsada por la joven sueca. Todo arrancó durante la marcha por el clima del 10 de noviembre. Barricarte y otros estudiantes que participaron, sobre todo universitarios pero también algunos alumnos de secundaria, decidieron "hacer algo". Desde entonces, en Cataluña ha surgido un movimiento local de Fridays for Future, de Extinction Rebellion, de Families for Future, con padres y niños de secundaria y primaria, y de Madres por el Clima, que se organiza a nivel estatal.

"En la marcha mundial por el clima del 15 de marzo fue una sorpresa la gran cantidad de gente que salió a la calle aquí", remarca optimista Barricarte, consciente de que, aún así, el movimiento no tiene todavía tanta fuerza como en otros países del mundo. "Nos queda mucho trabajo por hacer, también entre la gente de mi generación", admite, pero se enorgullece por los éxitos conseguidos. La Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), justamente donde ella estudia, fue la primera institución de todo el estado español en declarar la emergencia climática; la siguieron otras, incluyendo el gobierno de la Generalitat.

El Gobierno catalán también ha sentido el impacto del movimiento estudiantil contra el calentamiento global. "Mi impresión es que el movimiento ha tenido y tendrá una influencia importante entre los adolescentes", responde al ARA el director general de currículo del departamento de Enseñanza catalán, Josep Vallcorba, y destaca la multitud de "iniciativas interesantes que se hacen, cada vez más", en las escuelas y en los institutos de Cataluña para explicar la emergencia climática al calor de la creciente concienciación de sus alumnos. Desde su departamento, la reacción pasa por reimpulsar la red de escuelas verdes "con una visión más 'glocal'", dice.

Más allá de la concienciación, los jóvenes de FFF lo que quieren son acciones, y tienen propuestas muy concretas en el ámbito local. Para la ciudad de Barcelona, reclaman la remunicipalización del agua, la potenciación de huertos urbanos y cultivos cercanos para fomentar la soberanía alimentaria y un peaje anticontaminación para reducir al 50% el tráfico rodado en la ciudad. Al gobierno de la Generalitat le reclaman que la declaración de emergencia climática no se quede solo en palabras bonitas, porque "lo que necesitamos son acciones estructurales y sistemáticas", dice Guillermo Chirino, otro portavoz de FFF en una entrevista al ARA.

Los activistas climáticos se han reunido con representantes de los partidos políticos y de los gobiernos estatal, autonómico y municipal, pero critican que "todos se pasan la pelota diciendo que las competencias para hacer algo son del otro" o que ciertas medidas -como el peaje anticontaminación en Barcelona- generarían demasiado rechazo ciudadano, explica el joven.

Guillermo Chirino i Gemma Barricarte són dos dels set portaveus de Fridays for Future a Catalunya.

Chirino y Barricarte son los dos únicos portavoces, de los siete que tiene el FFF en Cataluña, que no se han ido de Barcelona estos días y que siguen activos organizando acciones de protesta para la vuelta de vacaciones, después de que el 21 de junio se detuvieran temporalmente las huelgas escolares de los viernes. Del 8 al 11 de agosto participarán en una acampada cerca de Vic para organizarse como movimiento y para preparar la semana de movilizaciones mundiales que coincidirá con la cumbre climática de la ONU en Nueva York, el 23 de septiembre .

Entre el 20 y el 27 de ese mes, decenas de acciones coordinadas a escala internacional pero pensadas a escala local intentarán volver a captar la atención del mundo sobre la emergencia climática y mantener así la presión sobre los líderes políticos. "El objetivo final es que los gobiernos hagan caso a los científicos del IPCC, que dicen que tenemos que reducir las emisiones al menos un 7% anual; hay quien dice que estos cálculos de la ONU son conservadores. Si pensamos en clave de justicia climática, que es muy importante para nosotros, nuestro país debería reducir al menos un 10% anual, pero los objetivos de la ley de cambio climático y del plan de energía y clima [que no están aún aprobados, pendientes de la investidura de Pedro Sánchez] son sólo del 3,5%", se queja Barricarte.

Las acciones de estos jóvenes la última semana de septiembre -de las que no quieren revelar los detalles- llegarán en un momento clave para la lucha climática. La cumbre convocada por Antonio Guterres en Nueva York ha de sentar las bases para acelerar la reducción de emisiones, ya que en 2020 todos los estados deben renovar sus compromisos climáticos nacionales. "En las negociaciones climáticas se habla mucho de estos movimientos de los jóvenes y eso es muy positivo, pero si han conseguido incidir o no [en estas negociaciones] lo veremos justo ahora y a lo largo del año que viene", advierte la codirectora del Grupo sobre Gobernanza del Cambio Climático de la UPC, Olga Alcaraz.

Ella hace muchos años que participa en las cumbres internacionales climáticas y que alerta "de los peligros que nuestro modelo de desarrollo conlleva para las generaciones futuras". "Han ido pasando generaciones y siempre hablábamos de las generaciones futuras; por fin estas generaciones futuras están aquí y nos miran a la cara, nos interpelan, porque el futuro es ahora", asegura Alcaraz.

Otros que no han cerrado por vacaciones son los Extinction Rebellion, que apoyarán y participarán en la movilización global por el clima de FFF a finales de septiembre, pero que están atareados preparando su propia movilización, como explica la portavoz en Cataluña Claudia Bosch: "en octubre habrá la segunda rebelión internacional" tras la revuelta que en abril paralizó todo el Reino Unido, donde el movimiento es más fuerte. Esta vez quieren colapsar varias capitales mundiales, como Nueva York, Londres, París, Berlín, Sidney y Madrid, con su estrategia de "desobediencia civil pacífica".

Claudia Bosch también tiene 24 años, como Gemma Barricarte, pero ha optado por Extinction Rebellion porque ve en ellos "una estrategia más elaborada". Está claro que la fuerza de las nuevas generaciones da impulso a una lucha ecologista que, como admite Barricarte, en España "ha sido silenciada durante muchos años" a pesar del trabajo que se hacía. Fernando Saz, coordinador de Ecologistas en Acción, es un veterano de esta lucha en Barcelona y está contento de ver el enorme empuje del movimiento climático de los adolescentes.

"FFF ha conseguido dos cosas: hacernos ver que sí tenemos la posibilidad de salir adelante [con las demandas medioambientales] y demostrarnos que hay relevo generacional", dice Saz, y asegura que las numerosas organizaciones, nuevas y antiguas, que trabajan en este ámbito en Cataluña están totalmente coordinadas. "No somos 'chiringuitos', vamos todos a una, incluso con las discrepancias que pueda haber", asegura. Ecologistas en Acción, de hecho, ha cedido espacios en alguna ocasión para las asambleas de FFF Cataluña, que de momento reúnen alrededor de unas cuarenta personas cada vez, pero que poco a poco van creciendo.

"Los gobiernos y los políticos ya nos tienen en cuenta y creo que hemos conseguido como mínimo introducir el concepto de declaración de emergencia climática en España y eso ya es importante", dice Barricarte. Pero, obviamente, no piensan quedarse aquí. Al igual que Greta Thunberg y que miles de jóvenes y adolescentes del mundo entero, no piensan darse por vencidos hasta que consigan salvar al planeta de la devastación que pronostican los científicos. También como Thunberg, Gemma Barricarte asegura que estas predicciones le generaron "una angustia absoluta" y que la única manera que encontró de no perder la esperanza fue implicándose al máximo. "Intentaré dedicar todo el tiempo que pueda a solucionarlo; creo que si se sabe hacia dónde hay que ir es perfectamente posible hacerlo". Afirma con optimismo: "Estamos a tiempo".

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