Un asteroide extinguió los dinosaurios. ¿Contribuyó también a la expansión de las aves?

Según un nuevo estudio genético, las aves modernas empezaron a diversificarse hasta convertirse en más de 10.000 especies mucho antes de la colisión fatídica

Carl Zimmer
y Carl Zimmer

Hace 66 millones de años, un asteroide impactó brutalmente contra el golfo de México. La catástrofe provocó la extinción de tres cuartas partes de las especies que habitaban la Tierra —pronto es dicho—, entre ellas dinosaurios como el Tyrannosaurus rex. Pero algunos dinosaurios voladores dotados de plumas sobrevivieron y acabaron convirtiéndose en las 10.000 especies de aves existentes hoy en día, desde los colibrís, hasta los cóndores, pasando por los loros y los búhos.

Basándose en los vestigios fósiles, los paleontólogos han sostenido durante mucho tiempo que la colisión del asteroide fue seguida de un gran empuje en la evolución de las aves. Se cree que la extinción masiva de otros animales eliminó a muchos de sus competidores, dándoles la posibilidad de evolucionar hasta alcanzar la extraordinaria diversidad de especies que conocemos en la actualidad.

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Sin embargo, un nuevo estudio del ADN de 124 especies de ave pone en duda esta concepción. Un equipo internacional de científicos ha concluido que las aves empezaron a diversificarse decenas de millones de años antes del impacto fatídico, lo que indicaría que el asteroide no tuvo un efecto destacado en su evolución. "Me imagino que esto hará erizar alguna pluma", comenta Scott Edwards, biólogo evolutivo de la Universidad de Harvard y uno de los autores del estudio. La investigación se ha publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Plumas y fósiles

Los dinosaurios adquirieron plumas primitivas hace, al menos, 200 millones de años. No las empleaban para volar; lo más probable es que les sirvieran de aislamiento o para exhibirlas con fines de apareamiento. En un determinado linaje de dinosaurios bípedos de pequeñas dimensiones, las plumas se convirtieron en más complejas y acabaron sirviéndolos para despegar como los pájaros que conocemos. La forma en que las plumas se transformaron en alas aptas para volar todavía es objeto de debate. En cualquier caso, una vez surgieron las aves, se diversificaron tomando formas variadas, muchas de las cuales se extinguieron cuando el asteroide sumió a la Tierra en un invierno que duró años.

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En la búsqueda de fósiles de los principales grupos de aves existentes en la actualidad, los científicos prácticamente no han encontrado ninguna que se formara antes del impacto del asteroide. Esta ausencia llamativa ha suscitado la teoría de que las extinciones masivas abrieron camino a las aves desde el punto de vista evolutivo y les permitieron diversificarse de forma explosiva tomando múltiples formas nuevas.

Sin embargo, el nuevo estudio ha llegado a una conclusión muy diferente. "Hemos concluido que la catástrofe no tuvo repercusión en las aves modernas", afirma Shaoyuan Wu, biólogo evolutivo de la Universidad Normal Jiangsu de Xuzhou, ubicada en China.

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ADN y evolución

Wu y sus colegas emplearon el ADN de las aves para elaborar un árbol genealógico que mostrara la relación entre los principales grupos. De la ramificación más antigua surgieron dos linajes: uno que incluye los avestruces y los emús, y otro del que forman parte todo el resto de aves existentes actualmente.

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A continuación, los científicos calcularon en qué momento se dividieron las ramas dando lugar a nuevos linajes. Para ello, compararon las mutaciones que se han ido acumulando a lo largo de cada rama. Cuanto más antigua sea la división en dos ramas, más mutaciones acumula cada linaje.

En el equipo había paleontólogos que ayudaron a afinar las estimaciones genéticas examinando la antigüedad de 19 fósiles de aves. Si una rama resultaba ser más reciente que un fósil perteneciente a ella, los científicos ajustaban el modelo informático que calculaba el ritmo de la evolución de las aves.

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Michael Pittman, un paleontólogo de la Universidad China de Hong Kong que no participó en el estudio, asegura que lo que le hace particularmente destacable es el análisis de fósiles. “Tenían uno dream team de paleontólogos”, comenta.

El estudio ha constatado que las aves modernas tienen un ancestro en común que vivió hace 130 millones de años. Su árbol genealógico se fue ramificando de forma progresiva ya un ritmo constante a lo largo del Cretácico y los períodos posteriores, tanto antes como después del impacto del asteroide. Wu afirma que el incremento de la diversidad de plantas con flor y de insectos durante el mismo período podría haber impulsado esta tendencia, que se mantuvo constante.

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¿ADN o fósiles?

Jacob Berv, un biólogo evolutivo de la Universidad de Michigan que no ha participado en el estudio, señala que es un trabajo ilustrativo de métodos punteros para el análisis de cantidades ingentes de datos genéticos a fin de reconstruir la historia de evolución. Ahora bien, dice no estar de acuerdo con su conclusión.

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Si la conclusión del nuevo estudio fuera acertada, debería haber fósiles de todos los grandes grupos de aves modernas con dataciones muy anteriores al impacto del asteroide. Pero apenas se ha encontrado ninguna. "El mensaje de los vestigios fósiles es inequívoco", asevera.

Berv sospecha que la interpretación correcta es la que se desprende de los fósiles y que la mayoría de los grandes grupos de aves surgió tras la colisión del asteroide. Afirma que, posiblemente, el problema del nuevo estudio será que parte de la base de que el ADN de las aves acumuló mutaciones a un ritmo constante de generación en generación.

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Sin embargo, la devastación ocasionada por el impacto del asteroide, que provocó la desaparición de bosques y la escasez de presas, podría haber causado la muerte de las aves más grandes. Las de menor tamaño, por el contrario, habrían sobrevivido. Las aves más pequeñas tardan menos tiempo en reproducirse y habrían dado lugar a muchas más generaciones -y mutaciones- que las que presentaban el conjunto de las aves antes de la colisión. Si los científicos no contemplan esta aceleración del ritmo de las mutaciones, se equivocarán a la hora de calcular la cronología evolutiva de las aves.

Sin embargo, Berv reconoce que la comunidad científica apenas empieza a desarrollar métodos que permitan realizar mejores estimaciones del ritmo de la evolución e integrarlas con otros indicios, como los procedentes del ADN y los fósiles. "Me imagino que esto servirá para reconciliar posturas en algunos debates", comenta.