Dos alumnos de ESO logran reducir un 85% el consumo de agua de su escuela
El agua que sale de un grifo del centro cada vez que se pulsa ha pasado de 1,5 a 0,225 litros
BarcelonaBuscar una solución sencilla a un problema complicado. Éste era el encargo que les hizo a sus alumnos el profesor de la asignatura de emprendeduría de 4º de ESO de la Escuela Thau de Barcelona. Era durante el pasado curso y Pau Olivares y Pol Romans, que hacían equipo, pensaron enseguida en una realidad que entonces ya era problemática y que en los últimos meses se ha convertido en toda una emergencia nacional: la sequía. Y volvieron los ojos hacia su ámbito más cercano: la propia escuela.
Vieron que, cuando premian el botón de un grifo –en el centro, como en muchos edificios públicos, tienen las temporizadas–, el agua manaba durante 14 segundos y salían hasta 1,5 litros. Pensaron que así se debió derrochar mucha agua y se pusieron a hacer comprobaciones para determinar cuánto tiempo necesitaban para realizar acciones como lavarse las manos o beber agua. La conclusión: podían hacerlo en menos tiempo y con menos presión; por tanto, se gastaba más agua de la necesaria.
A partir de ahí se pusieron a pensar cómo podían reducir el recorrido del botón del grifo, que se pulsa y deja caer agua hasta que vuelve al lugar. Fueron a hablar con las personas que ellos creían que podían ayudarles más: el coordinador STEAM (el acrónimo en inglés para hablar de las disciplinas que engloban ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas) de la escuela, Carles Galdon, y el personal de mantenimiento. A ellos les llevaron la primera idea, que era instalar una pieza de caucho o plástico dentro del grifo a modo de tope. Pero objetaron que esta solución obligaría a desmontar todos los grifos, con la inversión de tiempo y dinero que esto supone.
Segunda opción
No habían encontrado la buena idea, pero estaban en el camino. Con las consultas que habían realizado, entendieron que el dispositivo debía ser fácil de poner y difícil de quitar, además de resistente, barato y posible de construir. Y pronto pensaron en poner una prenda externa, que imprimirían en las impresoras 3D de la escuela, justo detrás del botón. A partir de esa idea empezaron un trabajo de ensayo y error. Probaron diferentes formas y, cuando encontraron la más adecuada, experimentaron con los grosores. Hasta que llegaron a los tamaños perfectos. El resultado: dos piezas que se ensamblan como un anillo alrededor del grifo y reducen el recorrido del botón y, por tanto, el agua que sale.
El proyecto cumplía con el requisito principal: lo habían llevado a cabo con sus propios recursos. Para afinar y desarrollar su idea inicial, habían buscado el apoyo de personal de la escuela que podía ayudarles. Para realizar los diseños habían trabajado con programas que ya conocían y utilizaban en las clases. Y la producción del dispositivo se podía realizar en el mismo centro, con las impresoras 3D que hay.
Pau y Pol aún recibieron más consejos: los de sus mentores, un padre y una madre del centro que, como otros, habían respondido a la llamada que hizo la escuela a principios de curso para acompañar a los alumnos de la asignatura de emprendeduría. Eran personas del mundo de la empresa. En total realizaron tres encuentros con ellos y, según Pau, en la primera reunión ya dijeron que era "muy buena idea" porque era un proyecto extrapolable fuera de la escuela. Además, destacaron que era un proyecto económico de producir y sostenible, y que reportaba también un beneficio ambiental.
Ahora estos dos alumnos hacen primero de bachillerato en el CIC, donde acuden los estudiantes del Thau una vez terminan la ESO. Tanto Pol como Pau ven con orgullo que la escuela haya empezado a instalar su dispositivo en todos los grifos. Como ven potencial, quieren seguir desarrollando el proyecto en las nuevas asignaturas de bachillerato. Por ejemplo, están investigando cómo es el proceso para pedir y conseguir una patente, por si pueden acabar haciéndolo.
"Hemos aprendido a buscar soluciones difíciles pero fáciles de aplicar", comentan los alumnos. “Hemos visto cómo nuestras capacidades son suficientes para lograr un resultado como éste”, añaden, poniendo de relieve el importante ahorro de agua que puede suponer la instalación de estas piezas en los 100 grifos de este centro educativo, en el que estudian 1.300 alumnos.
“Lo más importante de este proyecto es que los alumnos han pensado de forma creativa, sin barreras. Y también que los jóvenes ven que sus opiniones y acciones pueden acabar siendo relevantes en nuestro día a día”, comenta Galdon. Agustí Olivares, director del centro, incide en esta idea y concluye que es muy importante que tengamos claro que "los adolescentes pueden hacer muchas cosas".
Según los cálculos de Pau y Pol, los 100 grifos de la Escuela Thau consumían a lo largo de un curso lectivo 694.200 litros de agua. Con su dispositivo, que reduce el agua que mana cada vez que se pulsa de 1,5 a 0,225 litros, el consumo por curso sería de 104.130 litros. Por tanto, el ahorro es de 590.070 litros, una cantidad de agua con la que se podría llenar una piscina de 8 metros de profundidad. Un ahorro de agua que se consigue sólo colocando una pequeña pieza en los grifos.
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