Los amigos de mis hijos

BarcelonaMis hijos tienen amigos de todo tipo. Lo que siempre vuelta por casa. El amigo del pádel. El amigo otaku que siempre está online. Los amigos de la escuela. Los del esparcimiento. Los hijos de amigas mías y que ahora son amigos suyos. El amigo que siempre organiza planes. El amigo que nunca llama. El mejor amigo. El único amigo. O el amigo que a nosotros nos cae fatal.

Piense que con cuatro hijos he visto de todo y variado. Tienen amigos que son como fondo de armario y que los veo año tras año y otros que van cambiando cada temporada, según sus aficiones o las nuevas complicidades. Siempre he pensado que la amistad es un tema prioritario en educación y demasiado a menudo no le damos la importancia que toca. A veces minimizamos estas relaciones y cuando los hijos tienen una decepción queremos sacarle hierro con frases como "No pasa nada, tienes otros amigos" o "No te disgustes, que no vale la pena".

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No me gusta este mensaje. Claro que ocurre, siempre duele sentirse dejado de lado o que una amistad se acabe por una tontería o sin ningún motivo concreto. ¿Por qué ya no somos amigos si nada ha pasado? Hay situaciones que se pueden vivir como un duelo y por eso creo que la amistad nunca debe tratarse como si fuera una relación menor en la que no vale la pena sentirse afligido o dedicarle tiempo. Los amigos de los hijos, nos gusten más o menos, son muy importantes y creo que es un tema al que es necesario dedicar tiempo y conversaciones. Al igual que educamos en el ámbito académico y en hábitos saludables, también debe dedicarse tiempo a educar en el valor de la amistad.

El impacto de la amistad en los adolescentes

Los profesores de secundaria tenemos muy claro lo gordo que es este tema. La estabilidad que da tener amigos (pocos o muchos) es clave en el rendimiento en la escuela, potencia la autoestima de los alumnos y les permite tener un pequeño oasis en la travesía por el desierto que supone la ESO. La adolescencia es una etapa especialmente delicada en la que si ya cuesta bastante gustarse a uno mismo, imagináis lo que cuesta encajar con los demás. Hay altibajos, hay días que se sienten a gusto con un grupo y días que les cae mal todo el mundo. Gestionar esa montaña rusa social y hormonal es muy duro. Las familias debemos ver cómo cambian de amigos, cómo hacen nuevos y cómo gestionan de forma nefasta los conflictos. Y sí, todos sabemos que hay relaciones que no les convienen, pero para los hijos es un aprendizaje saber identificarlo y separarse de quien no les hace el bien. Aporta o apártate.

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Creo que también es muy clave que nuestros hijos vean cómo nosotros tratamos a nuestros amigos. La amistad es una relación generosa en la que no se hacen las cosas por compromiso ni por obligación. No son familia y realmente quedamos genuinamente porque nos apetece, porque suman o porque lo pasamos bien juntos. Siempre he intentado que nuestra casa sea acogedora y un punto de encuentro, y ahora me doy cuenta de que ellos hacen lo mismo y siempre me piden poder invitar a sus amigos a casa. Mis hijos no escuchan casi nada de lo que digo pero sí se fijan en todo lo que hago, y por eso creo muy importante que vean que a pesar de la maternidad, el trabajo y los estremecimientos de la vida, no he renunciado a esta parcela de la vida dedicada a mis amigas.

Por suerte tengo amigas que son un poco cactus y que no hace falta regar demasiado, aguantan bastante y nos queremos igual, pero para mí cuidarlas es importante como cuidar a la familia y la pareja. En una sociedad en la que cada vez pensamos en el tiempo "para mí", leemos libros de autoayuda y donde la cultura del yo está eclipsando la cultura de nosotros, darse a los demás es un acto casi heroico que debemos poner en valor. No hace falta romantizarlo ni darle un valor terapéutico pero sí veo muy necesario que todos, maestros y familias, hagamos un poco más de activismo de la amistad.

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