Enseñando "la forma correcta" de beber
No hace mucho, en un acto informativo para padres, una representante de la Fundación Alcohol y Sociedad (FAS) se subió al escenario, fuera de programa. Las cosas que decía me parecían tan inquietantes que rápidamente los busqué en internet. Efectivamente, es una de tantas estrategias con las que las industrias más insanas intentan mejorar su imagen, evitar leyes incómodas y aumentar sus ventas. Lo escrito entre comillas proviene de la web de la fundación FAS.
Creada “con el objetivo principal de eliminar hábitos indebidos en el consumo de alcohol”. Financiada por la Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE). Cuidado con el matiz: el consumo de alcohol no debe disminuirse, evitarse ni prevenirse; basta con eliminar los “hábitos indebidos”. Es decir, la industria prefiere el consumo “moderado” y habitual de licores caros, y no las borracheras ocasionales con alcohol de garrafón.
En serio: los fabricantes de alcohol, ¿quieren vender menos alcohol, o quieren vender más alcohol? ¿Existe algún fabricante de cualquier producto que haga, voluntariamente ya propósito, algo para disminuir las ventas? En el Patronato de la Fundación, además de la propia FEBE, existen cuatro grandes empresas del sector, como Bacardí o Pernod Ricard. En el comité científico, había algunas figuras de prestigio que imagino que no se daban cuenta de cómo eran utilizados.
¿Lo permitiremos?
"En FAS consideramos que los efectos de las políticas de prevención ofrecen mejores resultados en los grupos de riesgo que las políticas basadas en la prohibición". Es decir, no queremos leyes que nos regulen o limiten; mejor convencer a todo el mundo de que somos muy buena gente y podemos hacer lo que queremos.
“Ha elaborado un programa pedagógico con el que se persigue un triple objetivo: retrasar la edad de inicio del consumo, reducir la cantidad de menores que beben alcohol y reducir la cantidad de alcohol que éstos ingieren”. No que nunca beban, o que toda la vida beban poco. Nada más retrasarlo, que los menores tienen poco dinero y se podrían acostumbrar al alcohol barato y, además, sus borracheras y comas etílicos salen a los noticiarios y podrían provocar una legislación adversa.
En ese acto decían que habían llegado además de 2,7 millones de jóvenes (lo recoge su Facebook). Dentro de centros educativos tanto públicos como privados, con la autorización de los docentes (que probablemente no han visto quienes están detrás de la fundación), los fabricantes de alcohol están enseñando a nuestros hijos la manera “correcta” de beber. ¿Lo permitiremos?