Abusos, anorgasmia y luto perinatal: los tabúes que la oleada feminista ha destapado

Creadores como Clàudia Cedó, Marta Aran y Marilia Samper llevan a escena cuestiones invisibles hasta ahora en los teatros

BarcelonaCuando Clàudia Cedó llevó a escena el luto perinatal con Una gossa en un descampat, en junio de 2018 en la Sala Beckett, solo tenía un referente teatral: Llibert, de Gemma Brió, era el único espectáculo que había abordado antes este tema. Un año después, Marta Aran irrumpió en la Flyhard con Els dies mentits, un montaje que por primera vez situaba la anorgasmia dentro del teatro catalán. Y la tendencia se repite. La violencia sexual en El que no es diu de Marilia Samper, la infertilidad femenina en Estigmes de Concha Milla y la opresión sobre los cuerpos en FAM de Las Impuxibles son tres ejemplos recientes de los numerosos espectáculos que visibilizan realidades femeninas silenciadas hasta ahora.

La oleada feminista de los últimos años ha ayudado a dar cada vez más voz a las creadoras y ellas lo han aprovechado para trasladar a los escenarios todos aquellos temas relacionados con las mujeres y que, hasta entonces, quedaban limitados a la esfera más íntima de la sociedad. Lo constata Adriana Nicolau, doctora en sociedad de la información y el conocimiento de la Universitat Oberta de Catalunya, que en la tesis Feminismes al teatre català contemporani (2000-2019) ha analizado cerca de 150 obras de autoría femenina o mixta representadas en Barcelona entre las temporadas 2000-2001 y 2018-2019. Nicolau ha estudiado el impacto del feminismo en la composición de las obras y cómo, con el auge de este movimiento, han ido apareciendo creaciones sobre cuestiones poco o nada vistas en escena. "Las primeras autoras no tienen referentes, nadie ha escrito nunca sobre aquello que tratan, y esto lo hace mucho más difícil. Pero es un fenómeno que funciona como una bola de nieve: a medida que van surgiendo obras sobre nuevos temas, provocan que aparezcan más", señala Nicolau.

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Que las escuchen los hombres

"Estamos poniendo sobre la mesa temas que siempre han estado en la intimidad pero que nunca habían formado parte del teatro. Al principio la mayoría de mi público era femenino y me preguntaba: «¿Estoy escribiendo solo para mujeres?» Después me he dado cuenta de que no, de que es cosa del sistema. Los temas universales siempre se han tocado desde la visión del hombre, de forma que todos los otros temas se convierten en alternativos", afirma la dramaturga Marta Aran, que con "Estamos poniendo sobre la mesa temas que siempre han estado en la intimidad pero que nunca habían formado parte del teatro. Al principio la mayoría de mi público era femenino y me preguntaba: «¿Estoy escribiendo solo para mujeres?» Después me di cuenta de que no, de que es cosa del sistema. Los temas universales siempre se han tocado desde la visión del hombre, por lo que todos los demás temas se convierten en alternativos", afirma la dramaturga Marta Aran, que con Els dies mentits ganó un premio Max. Desde que comenzó a escribir se ha fijado en cuestiones femeninas y invisibilizadas: en La noia de la làmpada (2017) exploraba el arrepentimiento en la maternidad y en La segona Eva (2020) toca la violencia psicológica. "Todas mis obras parten de testimonios que me han contado sus historias. Eran voces sin espacios en el teatro", dice Aran.

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La violencia sexual, el acoso y los abusos de poder contra las mujeres son tres de los grandes temas que, en pocos meses, han pasado de ser invisibles a ganar bastante presencia en la cartelera teatral. "Muchas nos hemos despertado ahora. Con el Me Too en Hollywood, y después aquí con casos como el de Lluís Pasqual o el del Institut del Teatre empecé a pensar que estamos permitiendo conductas erróneas. Hasta ahora los abusos estaban normalizados. Damos muchas cosas por válidas y no tiene que ser así", subraya la dramaturga Marilia Samper.

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En El que no es diu, que se acaba de representar en la Sala Beckett, Samper refleja la violencia sexual y el machismo dentro de la pareja. Como las obras de Aran, se dirige a las mujeres pero sobre todo también a los hombres. "Llevamos interiorizadas muchas violencias sexuales. Son sutiles y todavía queda mucho para resolverlo, pero son los hombres los que lo tienen que hacer", apunta Samper. Ella se dirige al público masculino "con mucho respeto, porque muchas de estas conductas son casi impuestas desde que son pequeños y las tienen tan integradas que no son capaces de darse cuenta del mal que provocan". La pretensión es "hablar con ellos y que se hagan responsables".

No es un subgénero

El cambio feminista más evidente en la escena catalana se resume en la visibilidad y la legitimación que han conseguido estos espectáculos. "Hace 10 años, de ninguna de las maneras se habrían programado. A pesar de que la paridad no se ha trasladado a todas las programaciones, el feminismo se ha hecho mainstream y de manera pública se han asumido una serie de conceptos. En algunos casos, esto ha comportado la banalización del movimiento o usos interesados", explica Nicolau.

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Ariadna Peya, de Las Impuxibles, defiende que todavía quedan muchos espacios por ganar y, por lo tanto, no le preocupa que se programen artistas en la línea feminista solo porque ahora es un fenómeno. "Hay una parte de sensibilidad y una parte de moda. Aún así, el problema no se está resolviendo. Cada dos por tres oímos que han asesinado a mujeres a manos de sus parejas. De forma que me da igual si me buscan porque es moda o porque realmente me quieren. Me da igual ser una cuota, yo quiero que el discurso llegue. Me preocupa que los espacios no puedan ser ocupados, que los discursos no puedan estar en los escenarios", destaca Peya. En FAM, que estrenarán el 7 de julio en el Festival Grec, reflexionan sobre el cuerpo como un elemento de sufrimiento y opresiones pero también como un tesoro de placer. "El feminismo atraviesa mucho el proyecto, porque a nivel de presión las mujeres en general lo sufrimos mucho más. Pero también pasa con las personas racializadas o gordas", dice Peya.

A pesar de los adelantos, a menudo los espectáculos de creadoras todavía son tratados como un subgénero. "Es un error hablar de dramaturgia femenina. Hasta que no cambie este prisma, tenemos un problema", dice Aran. Samper también se ha encontrado con eso, y lo ejemplifica con una anécdota. Hace dos años, presentó El que no es diu con una lectura en Madrid. "Funcionó muy bien, pero no lo quisieron producir. Me dijeron: «Esto está de moda este año, pero el próximo ya no tendrá interés» –explica Samper–. Hay más sensibilidad, pero también hay un punto en el que las mujeres hemos estado insistiendo tanto que se nos ve como unas pesadas. Es muy significativo que cuando empezamos a hablar de las problemáticas de las mujeres, en voz de mujer, se nos pide que no lo hagamos demasiado porque si no la gente se cansa".

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Todo ello va más allá del contenido e impacta también en la manera de crear. "Nos hace posicionarnos, ser más activistas. Ahora ya no quiero hacer ningún espectáculo sin contenido feminista ni sin reparto femenino. Me ofrecieron un montaje con dos protagonistas hombres y dije que no", afirma Samper. En términos generales, la nueva oleada feminista "ha hecho que las creadoras sin conciencia feminista ahora la incorporen y, las que ya la tenían, sean ahora más explícitas con la reivindicación", resume Nicolau.

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El auge feminista marca el presente, y no parece que esta tendencia se tenga que agotar pronto. "Queden muchas temáticas para explorar. Se ha hablado de la infertilidad y del deseo materno frustrado, pero casi no hay nada sobre el deseo de no ser madre. Lo abordó Daniela Feixas en Només sexe (2004) y Núria Planes Llull en Converses amb el meu úter(2020) y ya está", dice Nicolau. Samper echa de menos todavía espectáculos sobre "la menopausia, el vínculo auténtico con la maternidad y la relación con la belleza", mientras que Aran hace un llamamiento a las obras con nuevas masculinidades. "Se tendrían que poner las pilas, porque faltan referentes. Es necesario que los hombres se atrevan a explorar otros tipos de héroes, otros protagonistas", pide.