Frederic Amat: "Pinté con el sonido de la viola de gamba de Jordi Savall dentro"
El artista y Jordi Savall presentan la videoinstalación 'El sonido y la tinta' en el antiguo Hospital de Santa Magdalena de Montblanc
BarcelonaEl artista Frederic Amat se estableció en Vallvidrera a finales de los años 80. Reformó dos casas con la ayuda de amigos arquitectos para hacer su casa y su estudio, ya lo largo de los años los ha convertido casi en una obra de arte: la vivienda tiene, en una de las fachadas, unas ollas deformadas como las del mural que hizo para el Mercat de les Flors, hacer para el Teatro del Matadero de Lleida. La finca hace pendiente y, debajo de todo, entre higueras y pinos, hay algunas de las crisálidas gigantescas que expuso en La Pedrera en 2017.
La contundencia de estos trabajos monumentales es abrumadora. Entre estas paredes Amat también crea sus trabajos más delicados, como la instalación audiovisual El sonido y la tinta, fruto de la colaboración con el músico Jordi Savall. Se trata de una obra que verá la luz en el antiguo Hospital de Santa Magdalena de Montblanc durante la próxima edición del Festival Jordi Savall (del 11 al 17 de agosto). "Siempre he prestado especial atención a la música y la poesía. El querido poeta y amigo Octavio Paz decía que la música, la poesía y la pintura son como la Santísima Trinidad: son tres artes diferentes pero tienen una sola verdad. Y Joan Miró decía que quería hacer una pintura que fuera como una partitura musical escrita por un poeta. de abstracción", explica el artista.
Amat tuvo la idea de hacer El sonido y la tinta hace doce años, y ahora ha podido hacerlo realidad gracias a la coproducción del Festival Jordi Savall y la Fundación La Caixa, con la colaboración del Festival Musique & Histoire de Fontfreda, ya que la grabación de la acción artística y musical se hizo en la enfermería de la abadía de Fontfreda el 16 de julio de este año. "Primero de todo, este trabajo surgió por admiración, porque llevo años siguiendo a Savall", explica Amat. La instalación está formada por cinco pantallas cuadradas de 2 x 2 metros expuestas en penumbra en las que se puede ver, aleatoriamente, cómo Amat pinta al ritmo de cinco piezas musicales interpretadas por Savall con dos de sus músicos.
La mayor parte de las piezas musicales son del siglo XV: la canción de cuna anónima vasca Aurtxo txikia negarrez, que Savall descubrió en Amat con la voz de su esposa, la desaparecida soprano Montserrat Figueras; los también anónimos Canarios, con secciones de improvisación; y la locura De la vida de ese mundo. El repertorio incluye otra locura, de Rodrigo Martínez, y Romanesca, de Diego Ortiz. "Me he estado preparando durante doce años", dice Amat. Y cuando se concretó la fecha de la grabación, ensayó durante un mes y medio con dos ayudantes, Roc del Río y Albert Porta. El objetivo era compenetrarse y ajustar la velocidad con la que uno hacía correr el papel transparente sobre el que tenía que pintar Amat mientras el otro le daba los diferentes utensilios que utilizaba, entre los que había huesos y unos guantes con copos de pelo cosidos en las puntas de los dedos. "No podía improvisar, es peligrosísimo. No podía estar en todo, porque esas músicas las he pintado con huesos, con pelo, con las manos, con el cuerpo... Cada música me evoca una respuesta específica, y por eso tienes que ir preparado. Trabajé en una mesa con una videocámara debajo –añade–. me ahogaba, me rompía; y si se detenía, también debía tener dos ayudantes preparadísimos”.
Hacer "dibujos de ciego" durante los conciertos
Amat tiene una intensa trayectoria en el campo de la música: ha realizado la dirección escénica de las óperas Edipo Rey y El viaje a Simorgh. Y en un terreno muy íntimo, durante los conciertos hace "dibujos de ciego", es decir, mientras suena la música goza en unos cuadernos muy pequeños, sin mirar el papel. "Es la forma que tengo de digerir el concierto, de tener un conocimiento profundo. Si no, tengo una especie de empacho, de exceso. Las libretas de una ópera de Verdi, de Wagner o de un concierto de Bach o de Stockhausen son totalmente diferentes entre ellas". Amat asegura que sin todo ese bagaje no habría sido capaz de embarcarse con Savall en El sonido y la tinta. "No lo habíamos preparado juntos, y lo hicimos en el territorio idóneo en el que forjar el diálogo, que es la confianza. Por mi parte, la confianza y la admiración, y por la suya, la ama. Y esa confianza hizo que todo fluyera. Pinté con el sonido de la viola de gamba de Savall dentro".
El resultado, incluso mirando los vídeos en la pantalla de un ordenador, es hipnótico. "Sientes la viola de gamba y tiene el tono de una voz humana. Yo ya no pensaba en los materiales; era como ir en bicicleta, que cuando aprendes te olvidas. Y tienes una libertad absoluta porque has ido a buscar agua al fondo del pozo", dice Amat. Mientras que la primera pieza termina con referencias al infinito, en la parte de los canarios el pelo barren la pantalla creando mil y una figuras que apenas duran un segundo, y en las locuras aparece un fauno, porque en origen estas composiciones eran canciones de pastores "que entraban en éxtasis", explica Amat. "En las danzas de los pastores que llamaban locuras había unos ostinatos que invitaban a la variación ya la improvisación. Para mí era fantástico, porque ya conocía la pieza y veía cómo el maestro Savall se iba, y eso me hacía cabalgar aún más la tinta. Siempre he tenido envidia de las formaciones de jazz y al final he podido hacer lo mismo a través de la tinta".