Arte

Joan Miró y Henri Matisse se reencuentran en Barcelona

Una exposición con unas 160 obras analiza por primera vez los estímulos cruzados entre ambos artistas

BarcelonaLa trayectoria de un artista es una carrera de fondo con momentos álgidos y otros más duros. Henri Matisse (1869-1954) es considerado como uno de los grandes pintores del siglo XX, pero no siempre tuvo las cosas fáciles: entre finales de los años 20 y los primeros años 30 sufrió una gran crisis creativa y no aceptaba su obra de después de la Primera Guerra Mundial. Como puede verse a partir de este viernes y hasta el 9 de febrero en la nueva exposición temporal de la Fundación Joan Miró, la obra del pintor catalán, que era 23 años más joven, fue una fuente de inspiración para que Matisse saliera adelante. Este hecho pone en cuestión el tópico de que es el artista más joven quien recibe la huella del mayor. "El personaje clave en el encuentro entre ambos artistas es Pierre Matisse, hijo de Henri y galerista de Miró en Estados Unidos a partir de 1934", afirma el asistente del comisario, Véronique Dupas. "Pierre encarga a su padre ya su hermana hacer la elección de las obras de Miró para su galería de Nueva York. De este modo, Matisse tenía un contacto directo con la producción reciente de Miró e, incluso, le pidió a su hijo que le enviara dos cuadros de Miró", explica Dupas. Por otra parte, Matisse le pidió a su hijo que le mostrara sus propias obras a Miró para tener su opinión: "Me encantaría que alguien suficientemente entendido en los colores vivos me diera su impresión. No me hace vergüenza mi trabajo, como es sincero no escondo nada", se puede leer en una carta que el pintor francés envió a su hijo.

Además, como recordó más adelante el propio Miró en una entrevista, Matisse le pidió el cuadro sobre cartón de 1935 Tres mujeres y lo tuvo con él hasta 1945. Están documentados varios encuentros de los dos artistas desde los años 30, y la última postal que Miró envió a Matisse fue en 1952, dos años antes de la muerte de Matisse. "Durante los últimos años, cuando trabajaba en los grandes recortes al yogo, reservaba todas sus fuerzas para su obra y, naturalmente, recibía muy pocas visitas", recordó Miró en una entrevista con Georges Raillard. Y en 1970 Miró le pidió a Pierre Matisse que le enviara una copia de la foto que le habían hecho con su padre en el café Les Deux Magots de París en 1936, donde ambos se agarran de las manos.

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Dos universos distintos pintados con el mismo azul

Sea como fuere, lo que primero llama la atención de la exposición, que lleva por título Miró Matisse. Más allá de las imágenes,es que, como cabría esperar, las obras de Matisse y Miró se parecen rara vez. En cambio, el público encontrará un afán compartido por hacer saltar por los aires los límites de la pintura. Aún así, hay sorpresas como el dúo de obras que cierran el recorrido: el azul de Pintura/El guante blanco (1925), de Joan Miró, y el de Vista de Notre-Dame (1914), de Henri Matisse. Es lo mismo, pero en ese momento ninguno de los dos sabía lo que estaba haciendo el otro. "Ambos artistas tienen una sensibilidad común a tres niveles: el Mediterráneo (Colliure en el caso de Matisse y Mont-roig en el de Miró); la realidad y el gusto por las cosas humildes, y el gusto por el color. Es una relación de admiración mutua", dice Dupas.

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Para el comisario de la muestra, el historiador Rémi Labrousse, Matisse y Miró son "dos grandes artistas modernos" que quieren "desconstruir la tradición" y cuestionar no sólo "la forma de hacer las imágenes, sino también "la manera de verlas". En el caso de Miró, Labrousse señala que el artista expresó su deseo de "asesinar la pintura", mientras que Matisse planteó los límites entre la pintura y la estética decorativa: "Miró y Matisse están unidos por un gesto de deconstrucción y, al mismo tiempo, por uno de reconstrucción, de reiniciar la pintura. Lo más importante es su vitalismo, el afán por producir una energía vital que va más allá de las imágenes", subraya el comisario.

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Esta exposición es la primera que analiza los estímulos cruzados entre los dos artistas, y el proyecto se remonta a hace más de cuatro años. Antes de Barcelona se pudo ver en el Museo Matisse de Niça, que la coproduce. Además de las colecciones de ambos museos, se pueden ver obras de importantes museos internacionales como el MoMA. de Nueva York, el Museo Reina Sofía, el Museo de Bellas Artes de Bélgica y el Museo de Arte de Saint Louis. Desnudo de pie.

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Dibujar "dejándose guiar por la mano"

La exposición, que cuenta con el patrocinio de la Fundación BBVA, incluye unas 160 obras, 55 de las cuales son de Matisse y 53 de Miró. El recorrido es cronológico y al mismo tiempo temático, desde que un joven Miró tiene conocimiento de la obra de Matisse a través de los encuentros que había tenido con el pintor Joaquim Sunyer y el crítico Joan Sachs, hasta la apoteosis final de ambos artistas maduros, donde la pintura de Matisse Naturaleza muerta. Interior rojo de Venecia (1946) dialoga de forma sorprendente con las manchas mironianas dePájaros en el espacio (1959). Entre estos dos puntos está el momento, en la década de los 30, en que Miró apuntó en uno de sus cuadernos que quería conseguir el brutal espíritu fauvista de las "buenas telas" de Matisse, y cómo en esos mismos años dibujaba siguiendo las instrucciones de Matisse, es decir, dejándose "guiar por la mano".

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Más adelante, se puede ver cómo los dos artistas quisieron ir más allá de la pintura tradicional, y trabajaron en libros de artistas y obras pensadas para adornar edificios. Mientras Miró hizo los murales del Terrace Plaza Hotel, Matisse decoró la capilla del Rosario de Vence. En la exposición se pueden ver trabajos preparatorios.