Austin Butler y Tom Hardy arden rueda

En la canción Leader of the pack, la icónica girl band de los 60 The Shangri-Las cantaba –con el salvaje rugido de fondo de una moto– sobre su pasión adolescente por un chico supuestamente malo que las cantantes sabían que solo "estaba triste". Jeff Nichols, autor imprescindible del cine estadounidense actual –suyas son las fantásticas Take shelter y Mud–, fusiona el irresistible aliento romántico de las canciones de The Shangri-Las con el descarnado realismo documental del libro fotográfico The bikeriders, de Danny Lyon, para rendir un brillante homenaje a las películas de moteros que constituye, al mismo tiempo, una elegíaca descripción del fin de una época.

En esta adaptación ejemplar y muy libre de la excelente obra fotográfica de Lyon, Nichols combina detalles muy específicos sobre el estilo de vida y las insólitas reglas internas de un club de moteros de los 60 con una mirada idealizada que permite transformar la realidad en leyenda. En esto tiene mucho que ver el carismático trío protagonista: si Tom Hardy parece la versión madura del Marlon Brando deEl salvaje, Austin Butler le basta con una mirada filmada a cámara lenta y su particular manera de coger un cigarrillo para afianzar a un estrellado que ya es irrefutable. Pero Bikeriders es, como Leader of the pack, una historia de moteros filtrada a través de una mirada femenina: una inspirada Jodie Comer es la voz narrativa –y también de la conciencia– de un filme que parece asumir su anacronismo voluntario con un cautivador tono fúnebre.