Una confusa película familiar con un Ryan Reynolds en piloto automático
'Amigos imaginarios' se queda en tierra de nadie, sin magia ni maravilla
'Amigos imaginarios'
- Dirección y guión: John Krasinski
- 104 minutos. Estados Unidos (2024)
- Con: Cailey Fleming, Ryan Reynolds, John Krasinski, Steve Carell y Phoebe Waller-Bridge
La nueva película de John Krasinski –el inolvidable Jim Halpert de la serie The Office y director de la saga de terror Un lugar tranquilo– parece tener claro cuáles son sus referentes, aunque no es capaz de emularlos. Esta confusa historia sobre una preadolescente que, enfrentada a una angustiosa situación personal, empieza a ver a los amigos imaginarios olvidados por los niños que los crearon, parece una síntesis de ciertas obras de Pixar –la saga Toy Story y Del revés– y de hitos recientes del cine familiar como Paddington 2 o Wonka. El problema es que Krasinski no logra ni el prodigioso equilibrio tonal entre el drama y la comedia de las primeras, ni la excentricidad y el encantador aire retro de las segundas.
Amigos imaginarios se queda, pues, en tierra de nadie, y su defensa –que remite a Roald Dahl– de la imaginación infantil sobre el gris mundo adulto no es lo suficientemente contundente para hacer surgir magia, o cierto efecto de maravilla, de lo que es, en esencia, un melodrama familiar. Krasinski carga demasiado las tintas en la parte sentimental de la historia, aunque no se puede negar el aliento mágico de ciertas secuencias aisladas –la renovación, surgida de la imaginación de la protagonista, de la residencia para amigos imaginarios jubilados–, así como el acierto en el diseño de los entes fantásticos, a los que prestan su voz estrellas como un inspirado Steve Carell, George Clooney o Emily Blunt, la esposa del director. Pero lo peor es la sensación de caos narrativo: no puede ser buena señal de que, viendo un filme destinado al público familiar, sientas que debes concentrarte tanto en entender las reglas de la historia como cuando viste por primera vez Origen, de Nolan. Y también juega en contra la intuición de que la película podría funcionar igual sin su máxima estrella, Ryan Reynolds, que interpreta en piloto automático a un personaje absolutamente prescindible.