Cuando el Daesh se lleva a tus hijas

Las cuatro hijas plantea dos interrogantes como punto de partida. El primero, como avanza la directora Kaouther Ben Hania en el prólogo de este documental nominado al Oscar, tiene que ver con las protagonistas del filme, las cuatro hijas de una mujer tunecina llamada Olfa y sus dilemas y conflictos en el Magreb del siglo XXI. El segundo interrogante aborda la complicada cuestión de la representación de un trauma que ya no es individual sino colectivo e íntimo: el de una familia entera desquiciada por la desgracia cuando las dos hijas mayores desaparecen “devoradas por el lobo”, es decir, reclutadas por el Daesh. La inquietud de contar la historia de Olfa y de las chicas y la de hacerlo de una manera respetuosa con su dolor confluyen, pues, en una propuesta exigente pero fascinante que aspira a hacer justicia con la complejidad de sus experiencias.

Como sucede en obras de temática similar, Ben Hania pone en escena un dispositivo híbrido que fusiona entrevistas, interpretaciones que recrean los momentos más dolorosos de la familia y material de los medios de comunicación, ya en el corolario de la película, tejiendo un ejercicio de memoria familiar pero también de terapia. Quizá el resultado sea, en algunos momentos, confuso y agotador, pero el filme ilumina una realidad tan salvaje y estremecedora que resulta imposible no salir de la película conmocionado.