Una historia de brujas sin brujas que da más miedo que el cine de miedo
Severin Fiala y Veronika Franz firman 'El baño del diablo', la gran triunfadora del último Festival de Sitges
'El baño del diablo'
- Dirección y guión: Severin Fiala y Veronika Franz
- 120 minutos
- Austria (2024)
- Con Anja Plaschg, Maria Hofstätter y David Scheid
Carambolas poéticas del calendario de estrenos, El baño del diablo coincide rimando en la cartelera con Salve María. Tanto la película de Severin Fiala y Veronika Franz como el filme de Mar Coll hablan de dos protagonistas femeninas aquejadas por la appel du vide, expresión francesa que describe la llamada del vacío, los pensamientos siniestros intrusivos y, por lo general, la tentación de dejarse arrastrar por la maldad pura. En ambos casos, aunque un relato tenga lugar en la Cataluña urbana en tiempos actuales y el otro en la Austria rural del siglo XVIII, el vértigo oscuro que enloquece a estos dos personajes es el mismo: el miedo a perder totalmente la propia voluntad y, por tanto, la identidad, después de un cambio vital significativo.
Cabe decir que el desenlace de la película de Fiala y Franz es mucho más cruel y salvaje que el del filme de Mar Coll, que por algo esta pareja de cineastas centroeuropeos son maestros en los relatos de terror psicológico, como demuestran títulos anteriores como Buenas noches, mamá y La cabaña siniestra (The lodge). Pero, por mucho que parezca una historia de brujas en un bosque tenebroso, por muchas herejías y rituales truculentos que aparezcan en pantalla (aunque tampoco tantos), por muy escalofriantes que fueran los casos reales sobre “suicidios indirectos” que inspiran el filme y por mucho premio a la mejor película en el último Festival de Sitges que tenga, El baño del diablo es una obra sobre la contemplación del abismo. Un tema muy poco de nicho con lo que probablemente todo el mundo puede proyectar algún relámpago vital de su existencia (esperamos que pasajero, eso sí).