Marthe Bonnard, mucho más que la musa de un pintor

El título en castellano de Bonnard, Pierre et Marthe (Bonnard, el pintor y su musa) adultera la esencia de un filme que precisamente reivindica Marthe Bonnard (1869-1942) como mucho más que la musa de uno de los pintores claves del movimiento nabí. El director Martin Provost se acerca a Pierre Bonnard (1867-1947) a través de quien fue su modelo, pareja y esposa para trazar las dificultades de una mujer de orígenes humildes a la hora de ejercer de compañera en igualdad de condiciones de un artista, incluso en los entornos bohemios y liberales de la Francia de finales del siglo XX. Provost se está especializando en las biografías de figuras femeninas en los márgenes del canon cultural francés (Séraphine, Violeta...), en filmes que, sin embargo, no dejan de moverse dentro de un cierto academicismo, y que encuentran su principal atractivo en los renombrados intérpretes que los protagonizan. Aquí un Vincent Macaigne bastante alejado de sus personajes desgarbados habituales y el bien hallado Cécile de France, que no cae al idealizar con su interpretación al personaje que defiende. La película muestra también la vertiente depredadora de Bonnard (Marthe no fue la principal perjudicada), al tiempo que contagia a través de las localizaciones la obsesión vital y estética de estos artistas por el contacto con la naturaleza. Entre los secundarios, un Claude Monet (André Marcon) sensible al menospreciado talento pictórico de Marthe o la fascinante Misia Godebska (Anouk Grinberg), que hacia el final aparece puntualmente con su último esposo, el muralista catalán Josep Maria Sert (Marcel González).