El peligro de la nostalgia de los años 90
Austin Butler y Zoë Kravitz protagonizan 'Bala perdida', carta de amor de Darren Aronofsky a una Nueva York pretérita
'Bala perdida'
- Dirección : Darren Aronofsky. Guión : Charlie Huston
- 109 minutos
- Estados Unidos (2025)
- Con Austin Butler, Zoë Kravitz y Matt Smith
Para los que fraguamos nuestra cinefilia entre las décadas de 1980 y 1990, mirar hacia ese pasado con nostalgia es una tentación insoslayable. Y es justamente esta visión idealizada la que origina y al mismo tiempo promueve Bala perdida, la nueva película de Darren Aronofsky, que situó la acción del filme en 1998, justo el año en que el cineasta de Brooklyn se dio a conocer con la estilizada y paranoica Pino. Ahora, con su nueva carta de amor a una Nueva York pretérita e indomable, Aronofsky invita al espectador a recordar un Hollywood en el que las historias originales y los personajes impredecibles importaban más que el brillo de los efectos digitales, una era de películas que no tenían miedo a sumergirse en las catacumbas de la vida social y el espíritu. Así, cuando Aronofsky explica a Bala perdida la caída en los infiernos de un barman inmaduro y alcohólico, se hace difícil no rememorar aquellos años dorados del cine estadounidense en los que directores como David Fincher o Paul Thomas Anderson aprovecharon el empuje del cine de Quentin Tarantino y los hermanos Coen.
Por desgracia, la dimensión autoral de Aronofsky –basada en su obsesión por los vía crucis con un tufo moralista– nunca se ha podido comparar a la de sus compañeros de generación, lo que le ha convertido en un director demasiado deudor de los efectismos narrativos y visuales. En este sentido, Bala perdida quiere ser una comedia negra sobre el absurdo de la existencia (al estilo de los Coen), una violenta meditación sobre la venganza (Tarantino) y una reflexión sobre el peso de la culpa (Anderson), pero termina en tierra de nadie, entregada al mal gusto, el grosero dramatismo y una estética analógica simulada con filtros digitales. Bala perdida quisiera ser la nueva ¡Qué noche! de Martin Scorsese, pero queda como una llamativa y olvidable heredera de Snatch(cerdos y diamantes) de Guy Ritchie.