La rabia de la 'banlieue' contada por un cineasta de la 'banlieue'

La crisis de identidad en Francia y la desconfianza hacia los políticos hace tiempo que incendia los suburbios del país vecino, escenarios de un magma de malestar en el que los desahucios, la violencia policial, la delincuencia y el racismo son casi hechos cotidianos. El cine no siempre ha prestado atención a estos conflictos, en comparación con las vicisitudes de los bobos (acrónimo de burgueses bohemianos) parisinos, pero desde que en 2019 irrumpió en el panorama cinematográfico con Los miserables, Ladj Ly parece querer autoimponerse la misión de explicar el drama de las banlieues: los problemas de estos ciudadanos, considerados de segunda o tercera clase, la frustración de las comunidades de descendencia migrante y la cólera de la periferia.

Ly practica una poética agresiva en la que la tensión domina la puesta en escena y cualquier elemento parece diseñado para hacer que la historia estalle, cueste lo que cueste. No importa si algunas decisiones afectan a la verosimilitud o si la historia es claramente maniquea. En su segundo largo, Los indeseables, Ly expande sus inquietudes en una trama coral que enfrenta a las autoridades políticas y los residentes de un edificio para hablar de la opresión inmobiliaria de la gran ciudad contemporánea y de las desigualdades brutales entre los blancos y los negros o magrebíes, sin embargo, a diferencia del golpe de efecto de su debut, aquí todo hace aguas, puesto que la película está especialmente mal escrita. El filme enfada, pero por las razones equivocadas.