Robin Hood de los denunciantes de secretos empresariales

A veces, a quienes vemos muchas películas por obligaciones profesionales quizás nos iría bien no haber visto tantas películas. Esto que puede parecer un trabalenguas, una contradicción o una piedra contra el propio tejado se pone de manifiesto ante filmes como Relay, que no es una mala película, pero requiere unos ojos inocentes para disfrutarla en plenitud. Si has visto antes y recuerdas Michael Clayton, ese retrato que hace Relay de un mundo corporativo frío ya la vez asqueroso que gestiona con discreción intimidatoria los problemas empresariales internos que pueden derivar en una crisis reputacional te parecerá poco original.

Si también tienes presente la serie Mr. Robot, sobre un hacker justiciero tirando a antisocial, el personaje de Riz Ahmed, un negociador siempre junto a las víctimas que se esconde detrás de un complejo sistema de comunicaciones, nunca dirías que es tan misterioso o fascinante (y en parte lo es, sí, pero lo sería más si le hubieran mantenido en absoluto silencio todo el metraje). Y si cargas en la espalda una mochila con no sé cuántas tramas de espionaje y thrillers conspiranoicos vistos, es probable que al cuarto de hora te hagas spoilers a ti mismo y veas a venir cuáles serán los giros de guión, e incluso cómo acabará todo el entramado. En Relay chispean algunas buenas ideas (narrativas, visuales, temáticas…), de acuerdo, pero llueven sobre mojado.