David Verdaguer protagoniza una modélica adaptación de las viñetas de Paco Roca

El formato apaisado de La casa, la prodigiosa novela gráfica de Paco Roca, pedía a gritos, o más bien en voz baja –la estridencia no encaja con tan delicada obra–, una adaptación cinematográfica. En el filme homónimo, que protagoniza David Verdaguer, el director Álex Montoya se engancha, de forma casi literal, a las páginas del cómic del autor valenciano para, por un lado, construir una reflexión conmovedora sobre la herencia, el duelo y el paso del tiempo y, por otro, llevar a cabo un diálogo modélico entre dos lenguajes, el del cómic y el del cine, que evidencia tanto lo que les une como lo que los distancia.

La característica línea clara y el trazo pulcro del dibujo de Roca se traslada a una puesta en escena naturalista que captura la realidad (la luz del sol filtrándose entre las hojas de los árboles, el color púrpura de una granada) de la forma más directa posible. De la misma forma, Montoya combina diferentes formatos cinematográficos para abordar la borrosa frontera entre pasado y presente que Roca plantea al cómic integrando en una misma página viñetas de diversas épocas y marcando la diferencia con un sencillo cambio de color. Pero es difícil alcanzar la armonía zen y la profundidad emocional de La casa, un cómic que es lo más parecido a una película de Ozu. Montoya lo logra, paradójicamente, en algunas escenas no incluidas en la obra original, como el emocionante abrazo en el que se funden durante siete segundos los tres hermanos protagonistas, y que demuestra que el cine es, sobre todo, un arte del tiempo.