Gloria en Patti Smith, leyenda viva del rock americano

Inauguración del festival Temporada Alta en lo más alto, con el doble concierto de Patti Smith, leyenda viva del rock americano, en el Auditori de Girona. Dos semanas antes de que comience el grosor de la programación teatral de otoño en las comarcas gerundenses, la cantante, de 78 años, repasó los mejores temas de su carrera, coincidiendo con el 50 aniversario de su álbum debut, Horsas, uno de los más influyentes de la historia.

Realmente resulta emocionante ver sobre el escenario a una artista de la trascendencia de Patti Smith. La constatación de estar presenciando los últimos latidos de toda una generación de músicos inconmensurables, muchos de los cuales ya no están, como Tom Verlaine, Lou Reed y David Bowie, que iluminaron la cultura popular de toda una generación. Nada más pisar la tarima, Smith recibió una sonora ovación del público gerundense, de pie, ya lo largo del concierto trenzó una actuación sólida y honesta, con momentos extraordinarios y de mucha marcha, sin ningún signo de autocomplacencia ni decaimiento.

Con un ademán duro pero a la vez cercano, la cantante domina la escena y tiene una gran capacidad para comunicar la fuerza poética y narrativa de sus letras. Evidentemente ya no dispone de la energía en tromba de cuando era joven, pero su presencia mantiene su carácter y conecta con los espectadores. La voz también aguanta: es áspera y grávida, pero sube con aplomo y tiene volumen. Todo ello realzado por una banda de rock clásico muy potente, con su hijo Jackson Smith en la guitarra.

En Girona, durante una hora y cuarenta minutos, Smith desplegó un repertorio formado por canciones propias y versiones de artistas clave de su momento, cuyo estilo híbrido se mueve entre el folk de herencia dylaniana y el rock eléctrico más desgarrado de Jimi Hendrix, pasando hasta Jimi Hendrix, pasando hasta Blondie. Su universo abarca piezas líricas y baladas, como la preciosa Break it up –dedicada a Jim Morrison–, o la versión de Man in the long black coat de Bob Dylan. También resuena la dimensión espiritual, heredera de los años hippies, con mantras como Ghost dance, homenaje a la memoria de los pueblos indígenas de América. Pero sobre todo estalla con los temas más punzantes, con letras abstractas pero reivindicativas, como The rat, creada con Soundwalk Collective, que entonó con mirada desafiante, y escupitajo en el suelo incluido. En la misma línea que Beneath the southern cross y Peaceable kingdom. Esta última, escrita en el 2003 en recuerdo del pueblo palestino, sonó de nuevo, como no podía ser de otra forma, con todo el peso de la actualidad atroz encima. Y, por último, no pueden faltar el himno Because the night, las siglas de Gloria y, como colofón, el canto colectivo People have the power.