Europa se está españolizando

Hace siglos que a España le cuesta enormemente ver la diversidad cultural y nacional ibérica como riqueza. La ve como un peligro, como un problema, como un estorbo. Vascos, catalanes, gallegos... El pensamiento más común es: ¿por qué les cuesta tanto sentirse sencillamente españoles? El régimen del 78 creó una "España como estado unitario descentralizado. La única solución correcta, un estado federal como Alemania, Austria o Suiza, fue descartada por las fuerzas de la derecha, incluido el ejército, que seguía las negociaciones con el dedo en el gatillo", escribe el veterano periodista danés Por Nyholm, que no acaba de tener claro si el federalismo de Sánchez de ahora va de verdad.

Europeo convencido y referente en su país, Nyholm actualmente vive en Viena. Cubrió el colapso del comunismo y ha seguido la guerra de Ucrania in situ. Amigo de Jaume Cabré, conoce bien a Catalunya y la historia de una España del "todo o nada, antes la muerte que la derrota, anarquía y dictadura, cuatro guerras civiles en casi dos siglos". Ahora ha escrito un dietario de viaje por Cataluña, España y Portugal, Más allá de las montañas (Saldonar, en traducción de Henrik Brockdorff y Miquel-Àngel Sánchez Fèrriz). Es el primer volumen de la trilogía Los rostros de Europa: con 82 años, se propone recorrer Italia, los Balcanes, Turquía, la Europa del Este (en un libro) y los países nórdicos y la Europa occidental (en otro).

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Sobre la batalla cultural que nos sacude, se pregunta: "¿Necesitamos realmente todo ese ruido, en Europa?" Y responde: "Deberíamos tener bien claro, en cualquier caso en Dinamarca, que nuestro estado del bienestar depende de los llamados extranjeros. Sacan los residuos, sacrifican los cerdos, hacen la limpieza en los hospitales, conducen los autobuses, limpian las cloacas, reparan los teléfonos móviles y cuidan a los viejos. Muchos ya son juristas, jefes de servicio médico y parlamentarios". También ellos forman nuestra pluralidad.

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Pero la reacción es de miedo, rechazo a la diferencia, sean las viejas diferencias internas o la nueva diferencia externa de la inmigración. En Austria acaba de ganar por primera vez unas elecciones generales a la ultraderecha, que crece en todos los países y marca la agenda. La excrecencia fascista, que parecía extirpada, vuelve. También en esto España trae ventaja: la Transición tapó las miserias de la dictadura, que sin embargo continuaron allí, latentes en las mentalidades y las instituciones. Nyholm recuerda que en Portugal sí que rompieron con el pasado negro, pero eso tampoco les ha inmunizado ante la ola involucionista: Chega quedó tercera en las últimas elecciones, triplicando votos. "La calidad de la democracia se conoce por su atención a las minorías, ya sean sociales, políticas, étnicas, religiosas o sexuales". Pues bien, no vayamos bien. Las malas hierbas se esparcen por todas partes. "Europa tiene fuerzas en su seno que promueven la intolerancia pública", anota, señalando especialmente a España, Polonia y Hungría. Democracias envenenadas por la demagogia populista.

Un día, en Segovia, en un elegante y antiguo salón de hotel tropezó con un profesor emérito de literatura románica, un castellano que casi siempre había impartido clases en centros de enseñanza superior ingleses y alemanes, y también había hecho estancias en Japón y EE.UU. Se pusieron a hablar e hicieron un gin-tonic. "Ningún gobierno de Madrid habla sensato con las naciones de su territorio", le dijo aquel señor. ¿Por qué? Por miedo. Y remató: "Los castellanos detestan a los catalanes, pero no dejarán que Catalunya se vaya, una paradoja. España ha acumulado poca experiencia del Renacimiento y de la Ilustración, de libertad y derechos humanos". Y aún un último subrayado: "España es más frágil de lo que muchos europeos imaginan". Y menos de lo que muchos catalanes quisieron creer durante el Proceso, añado yo.

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A principios de 1976, Nyholm pudo conversar informalmente con Manuel Fraga en el Palacio de Oriente. "El pasado es el pasado", le dijo. "Puedo aseguraros que estamos bien preparados. Habrá cambios, muchos cambios, pero tendrán lugar paulatinamente. Todo está bajo control [...] Nadie atentará contra la unidad de España".