'Genocidio' y el significado de las palabras

BarcelonaUno de los aspectos más geniales de los dos libros de Lewis Carroll sobre Alicia es la continua discusión que se presenta, a cargo de ella y de sus interlocutores, sobre el significado de las palabras, la necesidad de que los hablantes convengamos en un mismo sentido otorgado a cada palabra y la aparición continuada del percazamiento lingüístico. Así, por ejemplo, en Alicia en el país de las maravillas, el Águila responde de esta manera a algo que ha oído: "¡Habla menos enrevesado! No entiendo el sentido de la mitad de las palabras largas que has utilizado, y aún te diré más: ¡me parece que tú tampoco!" (Es un fenómeno muy habitual, ahora que todas las lenguas, no sólo el catalán, van al botavant.) Más allá en el mismo libro, dice Tortuga: "Mira, si un pez me viniera a ver y me dijera que se va de viaje, yo le diría: «¿Con qué paje?»" Y Grifó dice: "¿No quieres decir «equipaje» Y responde Tortuga: "Yo quiero decir lo que digo". Se lee algo parecido a Alicia a través del espejo. Dice Humpty Dumpty: "Cuando yo uso una palabra, esta palabra significa exactamente lo que yo quiero que signifique". Y responde Alicia: "La cuestión es saber si se puede hacer que las palabras signifiquen cosas distintas".

Vamos a la moralidad. ¿Viene al caso esta discusión entre partidos políticos por el uso de la palabra genocidio ¿cuándo nos referimos a las acciones de guerra perpetradas por el ejército israelí en la Franja de Gaza? Los hechos están claros: destrucción indiscriminada de las viviendas de los palestinos; desplazamiento continuado y arbitrario de grandes masas de población de una punta a otra del sitio; asesinado de decenas de miles de civiles, entre ellos miles de criaturas y mujeres; sumisión de toda la población a un hambre persistente, y asesinado de muchos palestinos por el mero hecho de ir a buscar comida.

¿Debemos discutir si esto es masacre, crímenes de guerra, genocidio o monstruosidad? Hacerlo sólo ha servido para disimular y pervertir lo vergonzoso de que las naciones de Europa han sido incapaces de mover un dedo para evitar estos hechos, lleven el nombre que lleven. Ni los sofistas de la Grecia clásica, ni las discusiones bizantinas, ni las disputas escolásticas fueron tan infructuosas.