Las mejores parejas de baile están en la Bienal de Pensamiento

BarcelonaEn Reading, Inglaterra, una tetera está a punto de hervir. Lo ha puesto al fuego la escritora Míriam Cano, que después explicará que fue en ese momento que recibió la propuesta de llevar la conversación con Zadie Smith en la Bienal de Pensamiento que se está celebrando en Barcelona. "Todo mucho british", añadía ella a Instagram, y efectivamente: Míriam también decía que, con 18 años y recién aterrizada en Londres, se compró Dientes blancos, el debut literario de Smith. Ahora es una de sus escritoras preferidas, así que me imaginé la ilusión que debía hacerle el encargo. También los nervios que le supondría, y efectivamente: "Qué temblor de piernas, no os engañaré. Espero estar a la altura" (Espóiler: estuvo fantástica).

Que te llamen para participar en un acto como éste, con una autora del nivel de Zadie Smith, aparte de provocarte taquicardia es un auténtico regalo, y sobre todo un reconocimiento al trabajo bien hecho. Aún supone otra cosa, que me parece importante destacar: que las personas que organizan el acto han dedicado tiempo a pensar quién podría tener la conversación más interesante, quién sería su mejor "pareja de baile". Esta manera de llamar a los moderadores, o entrevistadores, me gusta mucho. La utilizó recientemente la francesa Neige Sinno cuando estuvo en Barcelona para hablar de lo espléndido Triste tigre (Trad. Marta Marfany, Anagrama). Me contaba que una presentación es como un baile, te dejas llevar por quien te hayan puesto de pareja. Por eso es tan importante, insistía, que esté bien elegida: dependerá de esa persona que la conversación –"el baile"– sea armónica.

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Cuando me miré el programa de la Bienal de Pensamiento, quizá por deformación profesional, me fijé en los moderadores de las charlas. Laura Serra con Wajdi Mouawad y Oriol Broggi; Anna Pazos con Clara Serra y Elena Martín; Rita Roig con Perejaume, David Bestué y Joana Hurtado; Miquel Cabal con Gueorgui Gospodínov... y tantos otros que no puedo enumerar. Me quité el sombrero con el listado de "parejas de baile". Cada nombre está pensado cuidadosamente, algo muy "marca de la casa" en el CCCB. De hecho, suelen hacer algo precioso: en la pantalla que tienen detrás durante los actos, ponen el nombre del invitado y el del moderador al mismo nivel. Esto deja claro que saben que el éxito de una conversación no depende sólo de "la estrella invitada". Es necesario que tenga al lado a alguien que conozca su obra, que se haya preparado, que haya leído su libro. Que esto último no le parezca algo evidente: en la BCNegra, un periodista estrella que tenía que charlar con dos autores dijo, ante mí y riendo, que sólo se había leído uno, que era lo que le interesaba. ¿Qué gracia, eh? De nuevo, Jean Echenoz me explicó que le habían puesto en conversación con un escritor que parecía que supiera más que él, de su obra, porque no callaba. Esto también ocurrió con una visita de Angela Davis: el pobre presentador, que no se daba por aludido y no paraba de hablar, acabó abucheado por el público. En mi opinión, son personas que no han entendido que están "al servicio" de los entrevistados, y no de su lucimiento personal. Está claro que todo el mundo puede tener un mal día, yo la primera (doy fe, desgraciadamente), pero cuando hay trabajo de preparación, cuando los entrevistadores saben de qué hablan, se nota y es un gusto. A menudo, como estamos viendo en la Bienal, hacen crecer a los invitados y la conversación y, entonces, efectivamente, parece que bailen.