Crítica de ópera

Una ópera que quizá llega demasiado tarde

Antoni Ros-Marbà estrena y dirige en el Liceu su ópera 'Benjamin en Portbou'

Benjamin en Portbou

  • Gran Teatro del Liceo
  • 19 julio de 2025

A sus 88 años, Antoni Ros-Marbà es el decano de nuestros músicos: compositor, director, pedagogo y maestro de maestros. Y ahora le ha llegado la hora de la ópera, una forma musical que el músico de Hospitalet de Llobregat conoce a la perfección por haber dirigido por todas partes varios títulos de repertorios muy diferentes entre sí.

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Fiel al compromiso de la música de su tiempo, y con texto en inglés de Anthony C. Madigan (traspasado en el 2017), ahora Ros-Marbà ha visto cómo el Liceu le estrenaba la ópera Benjamin en Portbou, que sintetiza los últimos días del filósofo alemán perseguido por el nazismo y refugiado en Portbou, donde, presumiblemente, se habría suicidado al no ver alternativa a su fuga del régimen criminal de Adolf Hitler.

El proyecto (gestado entre los años 2010 y 2016) pasó por varias manos entre quienes han ostentado la dirección artística del teatro barcelonés. Y las cosas no han sido fáciles, empezando por el hecho de que en un principio el Liceu pretendía programar la ópera en versión concierto. Finalmente, se ha optado por la versión semiescenificada, y es aquí donde debemos saludar con un sombrero el talentoso trabajo de Anna Ponces, que merece que se le dé la oportunidad de dirigir una ópera de gran repertorio en el teatro de la Rambla.

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Haciendo de la necesidad virtud, y pese al escaso número de ensayos, Ponces ha logrado sacar buen partido de la trama de Madigan, nada fácil. El resultado es una ópera escenificada con todos los eres y uts y con elementos sugerentes como el desfile de exiliados —omnipresente a lo largo del montaje— y que contribuye a entender la estructura a base de flashbacks. Tan sólo sobra el panel de luz de Playmades Studio y Andreu Fàbregas, con recursos que acaban haciendo reiterativos.

Se pregunta hasta qué punto la ópera llega tarde al Liceu: a estas alturas, es difícil prever si Ros-Marbà emprenderá un nuevo proyecto compositivo en clave operística; Madigan murió un año después de que terminara la partitura y programarla ahora y así, con la temporada prácticamente terminada y tan sólo con dos representaciones suena a una operación para quedar bien y quitarse el peso de encima.

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Una lástima, porque la partitura —a pesar de su exigencia y dificultad técnicas— es interesante y pivota bien entre el mundo del presente (Benjamin en Portbou) y el pasado (las relaciones con la esposa del filósofo, con Hannah Arendt o con Bertolt Brecht, por ejemplo). Es cierto que la pieza destila un carácter más bien oratorial, por la carga aforística de un librito poco teatral, pero la partitura de Ros-Marbà lo compensa por la sabia orquestación y las tensiones latentes en muchas escenas.

El elenco no lo tenía fácil, ante un estreno absoluto y sin referentes a los que aferrarse. El tenor Peter Tantsits encarna el rol de Benjamin con un timbre ingrato pero con un canto expresivo. Le acompaña un reparto solvente y con individualidades brillantes como Joan Martín-Royo (Scholem), Laura Villa (Dora Pollack Benjamin) David Alegret (Brecht), Serena Sáenz (Angelus Novus) y Elena Copons (Asja), entre otros muchos. Buen papel el del corazón y la orquesta titulares del teatro ante una partitura difícil y compleja y que habría tenido que recibir mucha más atención: Benjamin y Ros-Marbà bien lo valen.