¿Cómo gritan los niños cuando les cortan el cuello?
El Grec estrena en Barcelona el impactante 'Medea's Kinderen' de Milo Rau
'Medea's Kinderen' (Los niños de Medea)
- Concepto y dirección: Milo Rau
- Dramaturgia: Kaatje De Geest
- Interpretación: Peter Seynaeve, Lien Wildemeersch, Anna Matthys, Juliette Debackere, Emma van de Casteele, Ella Brennan, Jade Versluys, Bernice van Walleghem, Gabriel El Houari, Aiko Benaouisse, Sanne de Waele, Helena van de Casteele, Vik
El teatro de Milo Rau es casi siempre una dramatización de la realidad, a menudo sobre hechos reales, de la que se desprende una mirada política sobre la sociedad. Lo era aquel Hate radio, sobre el genocidio en Ruanda. Lo era Five easy pieces, sobre el criminal belga Marc Dutroux que raptaba y mataba a niños. Lo era Familia, sobre el suicidio inexplicado de los cuatro miembros de una familia en Calais. Lo era La reprise, Histoire(s) du théâtre, reconstrucción del asesinato homófobo del joven Ishane Jarfi. Y lo es éste Medea's Kinderen (Los niños de Medea) que escenifica el horror del asesinato de cinco niños a manos de su madre en Bélgica y que se refleja en la tragedia de Eurípides. Historias terribles que Rau trata desde un cierto distanciamiento documental pero sin escatimar una violencia explícita muy alejada.
Medea's Kinderen habla del clásico de Eurípides a través de un falso coloquio que comienza en el proscenio cuando ha terminado el espectáculo. Un juego para que las cuatro niñas y el niño (los cinco hijos víctimas de la madre) opinen sobre el escritor griego y hablen sobre lo que ha sido hacer teatro. Está el niño vivaracho y setciencias. Está la niña pequeña que hace reflexiones filosóficas como un adulto. Está la niña aburrida y pendiente del móvil... Y está Peter, presentador y coach que conduce la función.
Pero en un momento dado se abre el precioso telón rojo para entrar en la historia de la madre belga –condenada a cadena perpetua pero muerta por eutanasia– y de su entorno. La madre de ella, el marido, el oscuro señor Glas... Hasta el asesinato de sus cinco hijos en unas escenas morbosas que no aportan nada, pero que Rau defiende porque una cosa es imaginar y la otra, ver. Y cómo gritan las niñas y el niño cuando la madre les pone el cuchillo en el cuello. Y pulsa.
La verdad es que tanto el tempo escénico, la verdad de lo que dicen los niños/personajes, como la ambientación sonora o las proyecciones en directo y reproducidas en la pantalla más grande que haya visto nunca en un teatro, funcionan divinamente. Milo Rau hace que sean las víctimas las que lo cuenten y de ahí las palabras finales de la pequeña Anna cuando sentencia que no hay futuro.