Crítica teatral

'Moeder Courage': Cuando la contemporaneidad pisa el clasicismo

La propuesta de Lisaboa Houbrechts tiene bonitas imágenes, pero esperábamos más

Moeder Courage Autor: Bertolt Brecht

  • Dirección: Lisaboa Houbrechts
  • Interpretación: Laetitia Dosch, Koen De Sutter, Joeri Happel, Aydin Ìşleye, Alain Franco, Laura De Geest, Lisi Estaras, Pietro Quadrino
  • Música original: Paul Dessau
  • Teatro Libre. Sala Fabià Puigserver. 16/07/2025. Festival Griego

La directora de esa mirada contemporánea sobre el clásico de Bertolt Brecht Madre Coraje, Lisaboa Houbrechts, llega al Griego precedida de cierta fama por haber crecido en la cocina de la Neecompany de Jan Lauwers y trabajado junto a Alain Platel e Ivo Van Hove, todos ellos protagonistas del mejor teatro belga. También por sus otras miradas contemporáneas sobre Medea en la Comedie Francaise o sobre Orfeo y Eurídice dirigido a Hannover. En aquellos espectáculos mezcla -quiero creer que con acierto- artes visuales, música, texto, coreografía y perfomance.

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Una parte de mezcla hay en su propuesta sobre el clásico antibelicista de Brecht. Houbrecht ha tenido que conservar casi todo el texto, ya que los herederos del dramaturgo sólo dejan recortar un pequeño tanto por ciento del original y nada dicen de las acotaciones. Y el texto está ahí, pero Brecht se ha ido un tanto atolondrado por las decisiones de la directora, a la que parece que le interesa más el aspecto visual y sonoro y las texturas de las imágenes que la claridad en la narración. Entre los aciertos de la propuesta se encuentran las canciones originales compuestas por Paul Dessau e incluso algún bonito añadido coral.

Houbrechts justifica la sustitución del icónico carro que empuja a Coraje ya sus hijos por una pesada esfera que simbolizará la vida y el cuerpo femenino. Pues diría que no funciona ni como lo que nos dice ni como elemento dramático. Ciertamente, la superficie acuática en la que mueve el drama y los personajes suministra imágenes bonitas, pero las interpretaciones quedan lejos de las palabras y las intenciones, más aún por la penumbrada iluminación que utiliza durante toda la función. No existe temperatura. No hay drama por mucho que haya algún grito de la hija muda, que morirá en una especie de coreografía performativa bastante atractiva pero insuficiente para levantar la función. El espectáculo recibió el aplauso sólo educado y corto de una platea que más esperaba. No siempre acierta. Pero cuando vienen de fuera hay que mirárselo antes.