Crítica teatral

Pesa adaptación de la popular novela de Carmen Laforet

'Nada', con adaptación de Joan Yago, busca ser fiel a la novela pero se atasca en reiteraciones superfluas y elementos melodramáticos

Nada Carmen Laforet

  • Adaptación: Joan Yago
  • Dirección: Beatriz Jaén
  • Intérpretes: Julia Roch, Carmen Barrantes, Jordan Blasco, Pablo Escobar, Laura Ferrer, Manuel Minaya, Amparo Pamplona, ​​Julia Rubio, Andrea Soto, Peter Vives
  • Teatro María Guerrero. Centro Dramático Nacional. Hasta el 22 de diciembre

Nada es la novela más famosa y popular de la escritora barcelonesa Carmen Laforet, ganadora del primer premio Nadal en 1944, cuando la autora tenía 23 años. Es una novela sobre la sociedad barcelonesa de la posguerra y, en especial, sobre la burguesía arruinada. La historia de Andrea, la protagonista, está descrita con un estilo impresionista preñado de exquisitas descripciones a través de la mirada de la chica, que con 18 años regresa a casa de la abuela en la calle Aribau de Barcelona para entrar en la universidad. Lo más valorado de la novela es la dureza con la que la autora describe a los personajes y la angustia vital que desprenden en un reducto familiar opresivo habitado por la desesperanza, el fundamentalismo religioso y la violencia; confrontado todo esto con la historia sensual de una amistad femenina entre Andrea y la compañera universitaria Ena.

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La adaptación teatral de obras literarias se puede hacer desde una estricta fidelidad al original en forma y letra o bien desde la libertad de una narrativa escénica que capte lo importante y prescinda de lo accesorio. La dramaturgia de Joan Yago ha optado por la primera opción, vistiendo de palabras a todos y cada uno de los personajes y sin resolver acertadamente el problema de las descripciones ni el del suicidio final del tío Roman. Por tanto, se produce una reiteración superflua de las situaciones con acciones que ilustran lo que la narradora ya ha explicado o está explicando. Son acciones que, además, la directora conforma desde un realismo que suple la carencia de poética con la exageración. Por ejemplo, el machismo degenerado del tío Juan, que maltrata a su mujer. ¿Hacen falta tantas veces y gritos? La directora, Beatriz Jaén, potencia los elementos melodramáticos hasta el ridículo, cuya exageración merma la credibilidad de la historia. La propuesta se convierte así en un melodrama de telenovela de sobremesa en el que la forma se come el fondo como en un cuadro de época de un pintor aficionado.

Cabe destacar, sin embargo, el trabajo de la protagonista, Júlia Roch, que se carga en los hombros la función y que ilustra muy bien el desconcierto y la extrañeza de una Andrea que busca su sitio en un mundo que se le escapa entre los dedos de sus manos.