Teatro

Thomas Ostermeier: "El 95% del teatro actual me pone enfermo"

La 34ª edición del festival Temporada Alta arranca este sábado con su 'Hamlet' convertido en un clásico contemporáneo

BarcelonaUna generación del público teatral catalán ha crecido con el director Thomas Ostermeier (Soltau, 1968). Àlex Rigola empezó a llevarlo a Barcelona cuando dirigía el Teatre Lliure como uno de sus referentes a la hora de hacer unas puestas en escena de los clásicos radicalmente contemporáneas que, al mismo tiempo, mantenían la esencia del texto. Durante todo este tiempo el festival Temporada Alta ha programado algunos de sus espectáculos y la 34ª edición del festival arranca este fin de semana en el Teatre Municipal de Girona con su Hamlet, que ya pudo verse en la sala Fabià Puigserver del Lliure dos noches en diciembre del 2008, pocos meses después del estreno alemán. El paso del espectáculo por Barcelona tuvo la curiosidad de que uno de los actores puso enfermo en el último momento y el propio Ostermeier tuvo que desempeñar el papel de Horacio, con el libreto en la mano, descamisado, de rodillas y envuelto con un plástico.

"Este Hamlet es uno de los espectáculos referentes de principios del siglo XXI", afirma el director del Temporada Alta, Narcís Puig, que llevaba tiempo batallando por llevar al festival este espectáculo, que sigue protagonizando el sensacional Lars Eidinger. "Me sorprende un poco que la gente diga que es una pieza relevante del teatro europeo, porque soy mucho de la vieja, porque soy mucho de la vieja, profundizar mucho en el texto y en su significado", dice Ostermeier. "Fue mi segundo Shakespeare –añade– después de Sueño de una noche de verano. Skakespeare es un autor para mí, porque su belleza se encuentra en que nunca existe un mensaje, sino que mira el abismo de la condición humana. Y a medida que la historia avanza, especialmente hoy en día, esto es cada vez más relevante, la tragedia de la humanidad es cada vez más notoria".

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A lo largo de estos diecisiete años, el espectáculo ha evolucionado. "He hecho muchos cambios en las escenas, y el Lars las sigue cambiando sin mi permiso, así que el espectáculo también. el Hamlet de Lars Eidinger porque dice que quiere hacerlo hasta que muera. Ya hemos hecho cerca de quinientas funciones y tiene el papel impregnado en el cuerpo y en el alma", explica el director. El proceso de creación no fue fácil: recuerda que algunos de los intérpretes se enfadaron porque les recortó mucho texto cuando decidió acortar el espectáculo de seis a cuatro horas, y que quedó muy sorprendido por lo que piensa "es lo que piensa". no duraría más de dos años. Pero se ha dado cuenta de que el tiempo le da la razón en su enfoque: “Tengo la sensación de que el mundo se está acercando a mi visión. Estamos volviendo a los tiempos de Shakespeare, porque fue entonces cuando se produjo, de algún modo, la primera gran victoria del capitalismo", afirma. "Fue el inicio del colonialismo, el comercio creció enormemente y, después, se produjo la trágica derrota de la Armada Española, lo que marcó el inicio de la historia. Recordemos esta época como un momento increíblemente próspero, pero al mismo tiempo fue una época de una violencia terrible y de conflictos religiosos, éticos y étnicos". Así, retrata a Hamlet como "un niño consentido", un personaje dentro de "la sociedad podrida del reino de Dinamarca", advierte. E introduce algunos toques deslapstick.

La exigencia de no aburrir al público

Ostermeier deja caer que, diecisiete años después, se ha vuelto mucho más "conservador". "Me encanta ser un artista burgués y conservador. ¿Por qué no debería ser así? Es lo que todos queremos conseguir. No me hagáis sentir mal por eso", subraya. Del teatro actual echa de menos en los jóvenes que pongan en primer plano su "voz" en vez de estar demasiado atentos a lo que hicieron sus predecesores. Y que sigan proliferando los "clichés". "El 95% de lo que vemos en el teatro me pone enfermo", lamenta Ostermeier. "¿Cuál es el gran error? Billy Wilder decía que la norma número 1 es no aburrir al público. ¿Pero cómo? El teatro es probablemente la forma de arte más aburrida que podemos imaginar, incluidos mis espectáculos. Pero es también la forma artística más sincera, o al menos la forma artística que está más cerca de la vida".